César vino gritando !viva Cuba libre! de la escuela a la casa. En la escuela les pusieron la alocución de Raúl y "aquello fue una alegría, mamá".
Hace dos o tres días mi hijo me había dicho que hasta cuándo íbamos a tener los lazos amarillos en el portal.
Me preguntó por los años que le quedaban a Tony, a Ramón y a Gerardo. Se asombró cuando le expliqué que Gerardo estaba condenado a dos cadenas perpetuas más 15 años. "¿Cómo puede ser, mamá?"
Y ahora llega de la escuela agitado. Vino corriendo, con Liz y Marcos. "Corriendo de alegría, mamá".
"!Liberaron a los tres y se acabó el bloqueo!", gritó mientras abría la reja del portal. "Bueno, César, el bloqueo, ya veremos. Por lo pronto a disfrutar lo que tenemos".
Ya volvió para la escuela. No tiene clases por la tarde, pero van a celebrar, jugando, como deben celebrar los niños.
César está feliz. A sus 11 años a veces me asusta que entienda tan bien algunas cosas, que sienta tanto.
Pero no tengo otra cosa que sentir orgullo del loco de mi hijo, y unirme a él: !VIVA CUBA!
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