Eduardo Galeano nos dejó, y mi hermano me llamaba porque a mi abuelita le estaba subiendo la presión, y él solo en Colón con ella y con mi abuelo de 93 años...
Galeano es Galeano, pero mis abuelos son mis abuelos...
Así que sin tiempo para escribir nada de Galeano, me monté en el desvencijado y sucio tren que cubre el recorrido Matanzas- Los Arabos, y me fui a cuidar de mis abuelos paternos, mientras mis padres visitaban a mis abuelitos maternos (también viejitos y enfermos) en el kilómentro 8 de la carretera a Arroyos de Mantua en Pinar del Río...
Ni tiempo para pensar en Galeano me dejaron mis abuelos, que precisan mucha atención...
Mi primera reacción ante la noticia fue, la lógica, ES MENTIRA...
Luego, la certeza...
Galeano me duele.
Como si fuera un pariente cercano, un amigo entrañable...
O como un padre. Que lo que era...
Un padre escritor o un padre periodista...
Padre en el sentido de querer ser como él...
De admirarlo...
De soñar con escribir como él...
Padre de ideas también...
Mis padres (biológicos) regresaron el jueves y volví a mi rutina.
He leído cuanto se ha publicado de Galeano en estos días.
Pero aún sigo sin escribir de Galeano.
Tal vez escriba algo solo para pedir a quien se quedó con mi Libro de los Abrazos, que me lo devuelva.
Mientras tanto comparto con ustedes este hermoso post de un amigo argentino: Eduardo Aliverti*. Se titula: Esos papelitos, y describe maravillosamente bien al ser humano y al escritor que fue (que es) Eduardo Galeano.
Galeano era un tipo tan enormemente sencillo como lo que escribía. No
sé por qué algunos le habían hecho cierta fama de persona complicada,
presa de su ego, algo despectivo. Supongo que por envidia, como en
tantos casos respecto de los grandes. Rescato esa faceta de su personalidad, la sencillez, porque
justamente no se encuentra todos los días la coherencia entre cómo se
piensa, cómo se dice y cómo se vive. Tenía el raro mérito de hablar como
se escribe, además. Hacerle una nota a Galeano significaba que después
no había que preocuparse por el tiempo que llevaría la desgrabación. Su
sintaxis oral era perfecta, sin una sola muletilla, sin un solo cliché, y
eso es un símbolo de convicciones muy profundas, además del placer
inconmensurable que es charlar con alguien que habla así. Llevaba esos
papelitos donde anotaba todo cuanto le era de interés. Los tenía en los
bolsillos del pantalón, arrugados. Papelitos de servilleta de bar, de
libretas, de cualquier cosa. Estaban transcriptos signos, palabras y
oraciones, que podían provenir de algo que acababa de ver desde el taxi,
de un dato tras encontrarse con una indígena a la orilla de un lago
centroamericano, de lo que se le ocurrió en el almuerzo. En esos
papelitos, no me cabe la menor duda, estaba el resumen de la
sensibilidad social de Galeano. Y entre eso, su capacidad de observación
y el talento para transcribir, se encuentra el secreto obvio de una
obra monumental. No tenía una técnica específica para escribir, quizá
con la única excepción de las frases cortas. Una vez escuché decir que
sus palabras eran como cuchillos, porque siempre –siempre– tenían la
propiedad de atravesar al lector. Tal vez sea una definición algo cursi,
pero es indesmentible. Uno no encuentra oraciones de Galeano que lo
dejen indiferente, porque son todas de una precisión asombrosa en el
logro del objetivo. Es el escritor de las imágenes y los sonidos. Sus
textos se ven y se oyen como pocos o ninguno.
* Periodista argentino. Conductor de Marca de Radio y colaborador de Página 12 y Radio Nacional.
(Tomado de Página 12, Argentina)
Galeano me duele también como un pariente cercano.....me vinieron en estos días la vida en que estuvo presente con sus palabras, Memorias del fuego enrabiada en la playa cuando contaba de la carta del Indio que le escribió al rey preguntándole si comía el oro; Espejos....con un montón de pequeños con los que leía en un barrio carenciado (asentamiento le llamamos acá), leyendo una pequeña historia y después en un planisferio buscando el país al que referenciaba....
ResponderEliminarMucha vida, y leí de tu libro de los abrazos que te falta, y por si no lo leíste, como el 9 de Mayo festejamos en el Centro Pablo los 5 años de Segunda Cita, si te incluís en el festejo y puedo conocerte, te llevo el libro de los abrazos, que no será el tuyo pero tendrá el abrazo de una tucumana .
El libro de los abrazos de Galeano es uno de mis libros de cabecera... lo leía cada vez que me pasaba algo bueno o malo... lo usaba para mis clases... A los muchachos les encantan las historias de Galeano... y además, ese libro está ligado a mi vida de estudiante en La Habana... lo compré en la Casa de las Américas y me lo dedicó mi novio de esa época... fue él quien lo compró... Es uno de los libros que más me duele haber perdido... Tengo Las palabras andantes, que es parecido... pero no igual; ningún libro es igual a otro... Sería un placer inmenso conocerte... y claro, tener el libro... y si es con el abrazo de una tucumana, mejor!!! Gracias por comentar y por el ofrecimiento... ha sido la mejor noticia del día... me has alegrado el día... GRACIAS
ResponderEliminarYirmara ahí nos veremos entonces !! solo una cosa, si vas a ir, para las cubanas organizadoras es importante que estés inscripta, para tener idea cuantas personas serán, y eso se hace en este lugar
ResponderEliminarhttp://aniversariossegundaciteros.blogspot.com.ar/2015/01/convocatoria.html#comment-form
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