Ojalá encuentren aquí un pedazo de Cuba, de su alma y de su gente... un poco de Matanzas, y un poco de mí

martes, 28 de septiembre de 2021

Maritza Tejera García: “La hija” de Celestino“

2013, 9no Congreso de la Upec, al que fue delegada

 “Tengo fama de irreverente. No es que sea una rosca-izquierda. Mi abuela me enseñó que nadie vale más que yo, pero que yo tampoco valgo más que nadie. El periodismo es mi vida. Yo estudié la carrera que quise, no la que me dieron. En Girón no
hubiera sido nada sin Celestino García Franco, Aurora López y Eugenio Díaz”. 

Aunque comparte uno de sus apellidos Maritza Eudelia Tejera García no es hija ni sobrina biológica de Celestino García Franco, quien, para ella, es el non plus ultra del periodismo en el periódico Girón en sus 60 años de historia. Sin embargo que la reconozcan como su “hija periodística” es el mejor halago que le hayan dicho nunca.  

 “No porque yo me haya acercado a su estilo”, confiesa humildemente y desarrolla toda una teoría sobre que es Ventura de Jesús García (hoy corresponsal de Granma en Matanzas y su compañero del periódico en los años 80 y 90 del pasado siglo) quien más se acerca a la genialidad de Celestino.

Ser organizada y buena lectora le granjeó a la recién graduada Maritza la confianza de Celestino. “Era muy matraquilloso, compulsivo, perfeccionista. Yo soy así, leo las cosas que he escrito y digo, ¡qué clase de basura!, ¿por qué no puse este verbo? Yo siempre estaba pegada a él y le caí mucho atrás, mucho, hasta casi molestarlo”.  

“Pero yo no admiro a Celestino solo como periodista, sino como hombre y revolucionario. Celestino era el tipo que había estado preso cuando la dictadura, que había venido en una embarcación del exilio; que nunca fue militante del Partido, pero muy cojonudo. Podía equivocarse pero tenía el valor de decir siempre lo que estaba pensando. Siempre presto a ayudar a los jóvenes y muy cariñoso a pesar de todo ese perfeccionismo. Era hombre en el sentido cabal ¡y amigo!”.

Graduada de Licenciatura en Periodismo por la Universidad de La Habana en 1975, año del Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, Maritza Tejera no se imagina regresando a Matanzas a otro medio de comunicación que no fuera el periódico Girón, del que habla siempre con una rara mezcla de dolor, nostalgia y amor.

¿Cómo era ese Girón?

- Bellísimo,  precioso. Era una cosa mágica. Estaban los talleres junto con la redacción. Girón era un colectivo grande, unido y muy alegre, con muchas ganas de trabajar, desde el linotipista hasta el periodista más encumbrado.  Allí estaba lo mejor del periodismo matancero: Celestino, Roberto Pérez Betancourt, Aurora López y Eugenio Díaz, un corrector de estilo que había dirigido el periódico, una persona ilustre. Yo caí en el mejor lugar del mundo.

Aunque en sus 25 años en Girón (1975 al 2001) trabajó con 4 directores, Maritza siempre destaca a Othoniel González Quevedo. “En un órgano de prensa todo el mundo es útil y el director es super-importante para ubicar a cada cual en su lugar. Él supo mover muy bien los hilitos del periódico. Cuando llegó lo viró al revés, pero logró que fuera uno de los mejores de provincia. Yo atendía Cultura y me puso en Salud, Turismo, Alimentación y Servicios Comunales”.

¿No resultó frustrante alejarte de Cultura, un sector que ha marcado tu vida profesional?

- Me sentí triste porque la Cultura me gustaba, pero soy de quienes piensa que un periodista debe atender cualquier sector. A veces tú te anquilosas y pierdes la visión de lo más importante. Empecé a cubrirlo en septiembre de1981, cuando el brote de dengue hemorrágico. Para que las cosas de Cultura salgan en portada o en página 8 es muy difícil y cuando empecé en Salud y vi que todo iba para esas dos páginas me sentí muy realizada. Me dije: ¡ahora sí están leyendo mi trabajo! ¡Error! A ti te leen no por el lugar donde esté tu texto sino por la calidad.  Pero yo era joven aún para entenderlo.

“Fueron 10 años. Es más bonito que Cultura. Es la vida, es el esfuerzo que tú ves que hace el país para salvar la vida humana. Salud Pública es uno de los sectores en los cuales se ve mejor la obra de la Revolución,  donde tú notas el esfuerzo que hacen los cubanos para, con lo poco que tenemos, salvar a la gente. 

“Yo sufrí mucho en ese sector y no había llegado el período especial. Una vez que enfermé sufrí más. Tengo una enfermedad (Hepatitis C) que Cuba no la determinaba en el año en el que la adquirí después de mi parto, a través de una transfusión, porque no había logística para hacerlo. Yo veo mucho el impacto del bloqueo en la Salud. Es criminal”.

El año 1991 significó el inicio de la depresión de los periódicos provinciales que dejaron de ser diarios, redujeron sus tiradas y reubicaron a parte de su personal. En enero del 92 Maritza Tejera se iría a trabajar para el Comité provincial de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba en Matanzas.

¿Has pensado qué hubiera pasado si no hubiera llegado el período especial?

- Yo odio el período especial. No lo odio porque pasé trabajo con mi hijo y con mi abuela, dos personas a las que tenía que ponerles el sustento; lo odio porque me arrancó el periódico, me arrancó a la gente. Cuando en el 95 volví a Girón tú no sabes lo que sufrí porque Othoniel y Charo (Guerra) ya casi se iban, Ventura estaba en Granma, Eugenio y Celestino se habían retirado y Alba (Rosa García Oña) estaba muerta; la única que quedaba era Aurora. Yo llegaba al periódico y todos los asientos a mi lado estaban vacíos.  

A finales del año 95 asumiría la jefatura del equipo cultural, una especialización que ha marcado su carrera profesional. "Cultura es muy complejo. No puedes asistir a un concierto si no sabes que está desafinada la orquesta o a un ballet sin conocer los movimientos. Precisa preparación. Es precioso. Atender Cultura es como una fiesta siempre, es una celebración, un disfrute  total. Pero no creas, tuve mis tropiezos, porque los artistas tienen sus vanidades”.  

Siempre hablas de suplemento cultural Yumurí…

- Yo llego a finales del 75 y Yumurí se funda en enero del 76. Aurora López es su madre, su creadora y su primera coordinadora. Es el primer suplemento cultural de un periódico de provincia. Tuvo un equipo de colaboradores de alta valía como el médico Ercilio Vento, el historiador Raúl Ruiz y los escritores Luis Llorente, Aramís Quintero y José de Jesús Márquez. Se sigue haciendo hasta que viene la contracción de los periódicos. Pienso que Yumurí sentó pautas en el país.  

Los periodistas de tú generación ponderan a Esteban Lazo como primer secretario del Partido en Matanzas en la relación con los medios…

- Soy de las que piensa que la prensa es un instrumento del Partido que a veces no se utiliza bien. He trabajado con muchos ejecutivos del Partido, personas muy preparadas. Pero a quienes hicimos periodismo en mi época siempre nos va a marcar el ejecutivo de Esteban Lazo. Nosotros trabajábamos con los miembros del buró y siempre estábamos informados sobre lo que sucedía en el sector.  

“Y Lazo es un tipo de pueblo, con una sencillez extrema, de La Isabel, pero con un sentido de la importancia de la prensa muy grande. Tú estabas en cualquier cobertura y lo primero que hacía era llegar adonde estaba el periodista. Era un secretario que tú en cualquier momento podías acceder a él. Era un secretario que tú en cualquier momento podías acceder a él. Yo he trabajado con otros como Pedro Betancourt o el mismo Liván (Izquierdo Alonso, actual Primer Secretario del PCC en Matanzas), que tienen un sentido de lo que es la prensa”.

Se habla mucho de las fuentes que se cierran a los medios, pero ¿qué responsabilidad tiene el periodista?

- Hay sectores muy difíciles de atender. Turismo es uno, el de la Energía es otro; pero te digo que el 80 por ciento del acceso a la fuente se la gana el periodista. Hay un 20 por ciento que no depende de ti, que es infranqueable; pero el otro 80 depende del comportamiento, de la atención al sector, del interés por aprender y de la imagen.

“Es importante que el periodista llegue media hora antes y se vaya media hora después. Yo veo que hay compañeros que se van de las coberturas antes y no se dan cuenta que puede pasar algo. Hay un relajamiento. ¡A los 20 qué muchacha no es bonita!, pero tú no te puedes presentar a una entrevista o a una reunión con un escote”.

Tú, que les llamas “de boniato” a las reuniones, ¿qué crees del rechazo de algunos colegas a asistir a ellas? ¿Qué importancia tiene para un periodista estar en una reunión de trabajo del sector que atiende?

- La mayoría de las cosas que yo digo son de mi abuela. Cuando me gradué tenía que ir a muchas reuniones y ella asumía que eran insípidas y secas como el boniato. He ido a muchas reuniones de boniato. Creo que es esencial que el periodista vaya a los balances de sus sectores, eso no es perder el tiempo. Estás actualizado, nadie te puede hacer un cuento de tu sector.  Yo les digo a los estudiantes que no están estudiando una carrera, sino un “modo de vida”. Tú lo asumes si quieres la carrera.

Esa idea romántica de la redacción periodística como espacio físico que viviste en Girón se ha perdido. Hoy que haces teletrabajo, ¿con cuál te quedas?

- Con la vieja. Quizás sea una persona muy aprensiva, pero mi primer encontronazo fue en 1981, cuando  la redacción se desprende del taller y mis compañeros y yo dejamos atrás toda aquella maravilla de la rama que se lee al revés y todas aquellas buenas personas, quizás de  bajo nivel cultural, pero con un amor inmenso al periódico.

“Esta soledad que yo tengo de trabajar en la casa es muy triste. Tú miras para el lado y no encuentras a nadie con quien comentar. Pierdes entrenamiento y compañía. Tengo un sueño recurrente y es volver a trabajar en un periódico diario, con Celestino, con la gente que yo trabajé”.

¿Cómo es trabajar en un periódico diario?

- Es un modo de vivir. Te acuestas hoy cansado, pero sabes que mañana te vas a levantar a hacer otra cosa distinta. Cuando llegué a Girón había un método  muy bueno, se ponía a los recién graduados un año en del departamento de Redacción y eso me dio un entrenamiento, un vocabulario; pero además, el trabajo de corrección es precioso.

“Luego me pasan a trabajar con Aurora, en Cultura. Yo me asusté mucho. Un periódico diario es muy fuerte. Llegas de un municipio y tienes que redactar rápido. La vehemencia, la pasión que le pones a las cosas te ayuda mucho. Yo he trabajado en tres medios, pero ninguno como el periódico Girón. Creo que Dios me puso en el camino a Girón para hacerme muy feliz.

“Yo quiero que tú sepas que cada vez que me encuentro con un trabajador viejo de Girón, lo abrazo, me le tiro. Son parte de mi vida. Dedicábamos la mayor parte de nuestra vida a estar allí. Eran las personas con las que tú convivías más que con tu familia. ¡Tú sabes lo que es que Charo Guerra, Ventura de Jesús y yo compartíamos hasta el mismo cepillo de dientes! Charo dice que ella no se acuerda de eso, que yo estoy loca. Ellos no son de mi generación, les llevo 9 y 8 años, pero tú no te unes a la gente por la edad, sino por la comunión de intereses, de principios, de gustos, de afinidades humanas”.

Tú no eres reportera sino una periodista más reposada, ¿fue una desventaja en ese periódico diario?

- Mi carácter es reposado, no es que sea flemática, pero soy tranquila, ermitaña. Tenía mucho miedo de no poder cumplir el plan de trabajo mensual, no atender bien los sectores. Yo creo que soy una reportera de una revista y no de un periódico. Fue muy fuerte hacer eso desde el año 76 hasta el 91; estrés, de todo, pero creo que lo hice con dignidad. Tuve la suerte de que mis directores lo sabían y nunca me increparon.

“Soy lenta, muy matraquillosa, viro para allá, para acá. En una máquina de escribir eso es peor. Pero yo disfruté mucho el reporterismo, porque la forma en que un periodista se hace de verdad no es detrás de un buró, es en la calle, en el acontecer diario, con el pueblo”.

Maritza valora mucho el periodismo informativo y se duele de la falta de inmediatez en nuestros medios, “ese acontecer diario, la información que te da a conocer dónde tú vives, en qué mundo estás, qué se mueve a tu alrededor”. Eso, sin embargo, entra en contradicción con sus géneros preferidos: la entrevista y la crónica.

“Prefiero la entrevista. Celestino era un entrevistador y un cronista de primera, y quizás verlo hacer eso me entrenó. La entrevista me gusta porque llegas al corazón de las personas, les abres las venas, ves lo que tienen dentro. Para mí eso es la comunión con el ser humano.

“La crónica porque es el género que más se parece a la literatura y yo toda la vida he leído mucho. Soy muy fabuladora y eso me hace vivir, ¡me da unas ilusiones terribles! Y la crónica es eso, una historia que tú fabulas, que tú inventas, que tú manejas a tu antojo, pero una historia real”.

Los jóvenes hoy en ocasiones desdeñan un poco a los viejos, sin embargo tú llegaste a Girón y te pegaste a un viejo. Ahora que eres una de esas “viejas”, ¿qué consejos les puedes dar a los jóvenes?

- La experiencia es muy importante. Vida vivida es conocimiento. Tú tienes dos caminos cuando te gradúas de cualquier cosa: o te esfuerzas por llegar a ser bueno o sigues en el montón. El camino para llegar a ser bueno es duro, muy difícil porque tú coges como patrón a gente buena. Yo no llegué a ser como Celestino o Aurora, pero hice el esfuerzo máximo. 

“A veces veo que los jóvenes y los no tan jóvenes no les dan a los viejos el espacio que ya se ganaron. ¡Se lo ganaron! Yo no me considero un recuerdo para nada, yo me considero un ente que está aquí y que senté las bases. Y no hablo solo por mí, sino por Celestino, Roberto Pérez Betancourt, Roberto Vázquez, Aurora, Luis Alonso,  que sentamos las bases de lo que hoy es Girón”.

“Los viejos tienen la llave, ellos son los que abren las puertas, los que te enseñan el camino. Veo a algunos jóvenes que están en la redacción y no acuden a ti porque creen que ya llegaron. En cualquier centro de trabajo deben haber tres generaciones: la vieja, que es la que tiene la experiencia; la de mediana edad que es la que todavía tiene fuerzas, la que está haciendo y los jóvenes que son los que llegan con tremendo ímpetu a rejuvenecer y refrescar todo. Cuando no hay eso es un verdadero desastre”.

El respeto que Maritza Tejera García siente por los “viejos” tiene mucho que ver con la crianza que recibió de su abuela Emilia Ferrándiz. “Mi abuela nunca quiso que yo estudiara periodismo. ¿Qué querían los viejos que estudiaran sus hijos? Medicina, abogacía. ¿Periodismo? ¿Escribir? Pero en los cuatro años de carrera, todas las semanas, hacía una cola para que yo tuviera un pasaje en la guagua de las 9 y media de la noche de regreso a La Habana y me daba 7 pesos de sus lavados para afuera. Siete pesos en aquellos años eran siete pesos, pero aun así, ¡eran 7 pesos! Yo estudié  gracias a que mi abuela me pudo mantener todavía. Ella lavó hasta que yo me gradué”. 

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En 1996 cuando el Canto de Fidel de Carilda Oliver Labra cumpliera 40 años a Maritza le tocaría asumir la cobertura por Girón junto a su directora Odalys Miranda Suárez. “Nunca he escrito del suceso. De ese momento quedó una información mía y de Odalys. Y en mí quedó como el suceso más importante de mi carrera”.

“Yo me estaba enfrentando a uno de los grandes hombres de la humanidad. Y fui tan atrevida de pedirle ese abrazo, de pedirle que si le podía tocar el corazón. ¡Haberme acercado a una figura como Fidel, hablarle! No es el hecho de haberlo abrazado, sino de que él me habló y yo le contesté; de que me dijo, periodista con otro abrazo así…, y yo le dije, comandante, con otro abrazo así me quedo sin mano (en referencia a que al tratar de abrazar a Fidel con la pluma en la mano, la seguridad personal se le abalanzó a la mano para quitarle el bolígrafo). No todos los periodistas hemos tenido esa posibilidad y yo la tuve. En Girón, en los que trabajábamos allí entonces queda además todo el alboroto que yo formé por eso y las fotos”. 

¿Hubieras sido más feliz quedándote en Girón?

- Yo pienso, ¡y créemelo!, que nunca me debí haber ido de Girón. Pero pienso que me hubiera tenido que ir porque yo venía con una disciplina de trabajo que no tenía mucho que ver con lo que después pasó. Desgraciadamente me fui en un momento en que estaba un director muy preparado, Domingo Orta, pero no sé…  

Los últimos 19 años Maritza Tejera ha trabajado en el sistema provincial de la Radio, primero en Radio Taíno Varadero, luego en Radio Varadero y hace una década en la emisora provincial Radio 26, en esta última como editora y jefa de la Página Web. Es profesora de la carrera de Periodismo y como Celestino García Franco disfruta ayudar a los jóvenes que llegan a la redacción.

“Yo todavía a veces me siento y miro para atrás, llega un momento en la vida cuando tienes que sacar cuentas. Y me digo, ¿habré trabajado tanto, pasó tanto tiempo, pasó ya la vida? Y no estoy cansada, puedo volver a empezar. Fue una recreación, una cosa felicísima. ¿Cómo pude haber trabajado 45 años, 25 de ellos en un periódico?

¿Has sido feliz en la radio como lo fuiste en Girón?

- Nunca yo seré tan feliz en otro medio como fui en Girón. Yo nunca me voy a ir de Radio 26 el tiempo que me quede de lucidez, 2, 3, 5 años; yo sé que mi trinchera está en la radio ahora, pero no soy periodista de radio. Mi corazón va a seguir estando en aquel Girón diario, mi corazón nunca se fue de ahí.

 

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