Ni el mismo Roberto Pérez Betancourt imaginó que tras su jubilación trabajaría tanto. A punto de cumplir los 70, este profesional de la prensa habanero-matancero se ha convertido en un periodista orquesta.
Agudo en sus trabajos, recto en el actuar, incómodo y puntual, Roberto conjuga a la perfección el periodismo, con la docencia y su compromiso de revolucionario.
- Roberto, ¿un periodista que no se retira?
- Me jubilé por edad en el año 2000, ante la imposibilidad de seguir corriendo detrás de la noticia, como corresponsal de la AIN en Matanzas. Luego de jubilado, algunos medios me propusieron colaborar establemente en condiciones aceptables.
Hoy, gracias a las posibilidades de la computación y el acceso a Internet atiendo sectores como comentarista y articulista para la AIN central, escribo una sección para Radio Progreso, editorializo a diario en Radio 26 de Matanzas, edito y escribo para el sitio Web de la TV en Matanzas, edito la página de Ciencia y tecnología del semanario GIRON, atiendo solicitudes de Granma y de otros medios de difusión, y ejerzo la docencia cuando me solicitan.
Lamentablemente mis condiciones físicas no me posibilitan laborar a tiempo -completo como profesor en la universidad, donde obtuve la categorización de titular, y por razones ajenas a mi voluntad no me contratan a tiempo parcial para impartir alguna asignatura en la carrera de periodismo por la que tanto abogué. Solo cuando me invitan logro retroalimentar mis neuronas con el contacto de los jóvenes estudiantes. Entonces me siento como otro entre ellos, con la ventaja de haber vivido un poquito más.
-¿Emigrar para Matanzas?
- Llegué a Matanzas en enero de 1962, después de graduarme en el primer curso de Administradores de Empresas del Ministerio de Industrias que organizó el Che. Me asignaron administrador de la fábrica de Jarcias.
Después desempeñe funciones diversas como director y funcionario en entidades nacionales y provinciales. Por solicitud del Partido en Matanzas ingresé en el periódico GIRON en 1966 para desempeñar tareas en la redacción y de asesoramiento en sus talleres, púes soy tipógrafo y linotipista, y me desempeño en otros oficios de las artes gráficas.
-Roberto Pérez Betancourt y Rolando: ¿dos hermanos por el mismo camino?
- A Rolando y a mí nos ha gustado siempre el periodismo. Rolando también es tipógrafo. Tuvo su entrenamiento en los talleres de HOY. Allí descubrió su vocación y pudo desarrollarla más temprano (Yo le llevo 5 años y medio de edad). Demostró su talento y versatilidad, lo que le ha sido merecidamente reconocido y para mi es un orgullo, pues afrontamos desde niño situaciones difíciles que mucho nos unieron espiritualmente. Somos hermanos entrañables que nos queremos y a diario conversamos, aunque residamos a 100 kilómetros de distancia el uno del otro.
- ¿Ha sido víctima del provincianismo?
- No me considero víctima de nada. Me siento realizado desde el primero de enero de 1959 en mi vocación de servir a mi pueblo con mis modestos esfuerzos. Aunque nací en La Habana, escogí mudarme para Matanzas para cumplir tareas que me asignó el Partido en esta provincia, y me quedé porque me enamoré aquí.
Es cierto que en provincia puedes sentir limitaciones en el alcance de tu trabajo. Pero las nuevas tecnologías posibilitan ejercer un periodismo sin fronteras. Desde el punto de vista geográfico, atendiendo al sitio donde se trabaja, hoy solo hay un periodismo universal.
- Internet: ¿un medio infinito que le ha quedado a la medida, a pesar de que muchos de su generación no se empatan con él?
- Ciertamente, es lástima que haya llegado un poco tarde para mi generación. Pero en vez de lamentarlo todo el tiempo me puse a aprender para actualizar conocimientos y aprovechar el potencial de Internet, que derriba barreras geográficas y nos asoma a la puerta soñada de comunicar sin fronteras para el mundo, en nuestro caso en función de causas justas.
-¿Qué le sobra y que le falta al periodismo cubano de hoy?
- Esta es una pregunta para un simposio. Sobra retórica, linealidad expositiva, acomodamiento personal, prejuicios en los perfiles editoriales e implícitas aprehensiones (generalmente no admitidas por los directivos) al “que dirán o pensarán arriba”; sobra improvisación laboral y un buen etc. de deficiencias e insuficiencias
Nos falta: autocrítica individual y editorial; profesionalidad en el diseño de perfiles editoriales que introduzcan la práctica de la polémica en el ámbito doméstico, estimulen el cuestionamiento y erradiquen la linealidad expositiva e indagatoria.
Faltan salarios y tarifas adecuados para estimular la permanencia en el medio de los profesionales del periodismo y evitar la desprofesionalización del sector, como ha ocurrido, al tiempo que posibilite una real consagración (a tiempo completo y más). Confiamos que cuando las condiciones objetivas lo permitan se apliquen. Estimo que no hay que desesperarse sino seguir bregando hombro con hombro.
Nos falta más pertinencia en la información para esclarecer y rapidez en abordar temas que refuten falsedades; cuestionar insuficiencias, deficiencias, prejuicios y desidias presentes en el universo de nuestra cotidianidad social, y mayor comprensión, individual y de los ejecutivos de que el “ser periodista” significa mucho más que escribir en sintaxis regular y sin faltas de ortografía…
-¿El género que más le queda a la medida?
- La crónica. Por obligadas razones de “de encargo” (el que paga manda) he tenido que abordar mucho más la información, el comentario y el artículo, los dos últimos especialmente después de jubilado. En misiones civiles y como corresponsal de guerra en el exterior trabajé más reportajes y entrevistas.
- Sus otros amores…
- La familia en primer lugar, la literatura a la que no pude ni puedo dedicar el tiempo que quisiera. A los 70 años no se puede desperdiciar ni un segundo en quimeras. No sueño con lo que llaman realización porque me siento privilegiado, porque alcancé el primero de enero de 1959, cuando las aspiraciones de justicia social que me inculcaron los viejos comunistas del diario El País se tornaron reales.
Roberto Pérez Betancourt hace gala de una lucidez que asombra, y da lecciones en cada paso de su vida y de su obra. Sus planes siempre son para hoy, por eso madruga y trabaja sin parar.
La vida le enseñó que “llegado el momento del declive físico es imprescindible cuidar de la salud personal, y romper falsos esquemas y prejuicios para intentar seguir siendo útil en el trabajo y a la familia.”
“Gracias a eso he podido rebasar graves problemas y seguir en el mundo de los vivos, al menos por ahora, y cada día, al levantarme, recuerdo a Martí y su sentencia: “Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”. “
Yo escucho los comentarios de Roberto todos lod días en el noticiero de radio 26 porque mi abuelo lo tiene puesto todoe l día, y me gustan muchos. pensaba que era una persona mas joven. oajala entrevistaran a todos los periodistas y gente que uno admira para poder concoerlos. y no sabia que era hermano del de la septima puerta.
ResponderEliminarPuntual en su palabra y certero en su concepto, ya quisiéramos unas clases de un buen periodísta como Roberto.
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