Ojalá encuentren aquí un pedazo de Cuba, de su alma y de su gente... un poco de Matanzas, y un poco de mí

miércoles, 19 de mayo de 2010

Cuando me "llevé" las Obras Completas de Martí

  Basada en esa máxima que le achacan a Martí de que quien roba libros no es ladrón, me llevé sus Obras Completas de una biblioteca abandonada, hace cerca de 17 años.
   Por mucho tiempo no se lo conté a nadie, pero ahora comprendo que lo que hice en realidad fue salvarlas de una destrucción segura.
  Cuando las encontré estaban junto a otros muchos libros, tiradas por el piso o en estantes semiderrumbados, húmedas y llenas de polvo, en lo que fue la antigua biblioteca de la Unidad 3 del IPVCE Carlos Marx de Matanzas.
  Yo acababa de entrar a esa escuela, tenía 15 años y entre las primeras cosas que hice con mis nuevas compañeras fue explorar el plantel, que nos parecía inmenso, con pasillos largos y anchos que nos llevaban al mismo lugar.
  De las cuatro unidades de la escuela, ese curso (1993-1994) habían quedado dos, y muchos locales estaban inutilizados; habían sobrado laboratorios, bibliotecas, albergues y aulas.
  Con dos o tres compañeras descubrí el tesoro. Si en aquel momento hubiera tenido un camión me hubiese llevado todos los libros, pero como apenas tenía un maletín de los grandes cargué con lo que creí me sería más útil.
  Mis compañeras escogieron novelas cubanas y latinoamericanas, libros de cuentos y policíacos, pero a mí se me fueron los ojos para las Obras Completas de Martí.
  Allí estaban con sus lomos entre violeta y rosados, que no es su mejor edición, pero tienen el mismo valioso contenido. Enseguida me imaginé para lo que me servirían y se me hizo la boca agua.
  Martí me gustaba de siempre, de la Edad de Oro, y de lo que había podido leer, pero de pronto tenía todo lo que el héroe nacional de Cuba había escrito ante mis ojos, sin dueño y tristemente, a punto de perderse.
  Así que llené mi maletín y me fui al albergue, donde las guardé hasta el fin de semana cuando nos fuimos de pase. No recuerdo como me las arreglé para llevar además la ropa sucia, pero si sé que se rompieron las asas del maletín por el peso.
   Después de un leve regaño de mis padres empecé a beber toda la sabia de aquellos libros que me sirvieron para reafirmar mi vocación de periodista.
  Así conocí toda su obra periodística, quedé maravillada con su prosa, demasiado barroca para estos tiempos, pero suficientemente buena para tenerla como guía.
   Descubrí poemas que no están en otra parte porque siempre se publican los mismos versos sencillos, y escribí uno que otro de mi inspiración con el estilo martiano.
  Mis Obras Completas de Martí siguen en mi librero. Ya casi no reparo en ellas, porque hace como cuatro años tengo el Diccionario del Pensamiento Martiano, que me facilita la búsqueda de sus frases.
  Pero no hay nada como saber que las tengo al alcance de mi mano para cuando quiera volver a repasar su obra.
  Se preguntarán si me arrepiento de haberlas robado. La verdad es que no, y si me las ponen delante de nuevo, me las vuelvo a llevar.

2 comentarios:

  1. No deberías justificarte con Martí... él no quiso decir precisamente eso... pero de todas maneras hiciaste una buena adquisicion.

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  2. Oye, no es jusitficación, creo que Martí lo pensaba realmente y si no lo pienso yo...

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