Ojalá encuentren aquí un pedazo de Cuba, de su alma y de su gente... un poco de Matanzas, y un poco de mí

martes, 3 de agosto de 2010

Gerardo Hernández, más acompañado que nunca

 Mensaje de Gerardo Hernández Nordelo


El cubano Gerardo Hernández Nordelo llevaba más de una semana en el hueco, en la prisión de Victorville, en California, Estados Unidos. Enfermo y sin haber cometido indisciplina alguna lo habían confinado a una celda de uno por dos con solo una pequeña ventana casi llegando al techo.


No bien se supo su situación en Cuba, en Estados Unidos y en muchos otros países del mundo, los amigos se movilizaron para hacer justicia, y recién el lunes 2 de agosto lo sacaron sin darle explicaciones.

La primera en saberlo fue Adriana Pérez, su esposa, a quien no ve hace casi 12 años, pues los Estados Unidos no le da visa para ingresar a ese país y cumplir con el elemental derecho de visitar en la prisión a su pareja.

Por vía telefónica Gerardo le informó a su “bonsái” que en la tarde del 2 de agosto lo habían trasladado de la celda de castigo donde se encontraba desde el pasado 21 de julio para el área habitual donde cumple su injusta condena. Adriana lo encontró con buen estado de ánimo.

La campaña porque sacaran a Gerardo del hueco fue librada por Fidel Castro, los diputados del Parlamento cubano, sus abogados y miles de seguidores en todo el mundo. Desde el propio Estados Unidos miles de simpatizantes con la causa enviaron correos electrónicos a la Oficina de Prisiones.

Por su parte, Leonard Weinglass, uno de los abogados de Gerardo, quien le había visitado el fin de semana junto a su compañero el abogado Peter Schey, envió una carta de cinco páginas a la prisión que contiene todas las violaciones que cometieron al ponerlo en aislamiento.

Gerardo nunca sabrá a ciencia cierta por qué lo llevaron al “hueco”. Pero puede esperar todo de un sistema que en Estados Unidos es cruel, y que los ha tratado a él y a sus cuatro compañeros de causa como si fueran los peores criminales.

Recién salido del castigo, Gerardo parece encontrarse bien, sobre todo porque siente que aunque lo encierren no está solo. Nuevamente la solidaridad internacional logra hacer justicia.

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