Ojalá encuentren aquí un pedazo de Cuba, de su alma y de su gente... un poco de Matanzas, y un poco de mí

jueves, 3 de marzo de 2011

La solución es volver al ser humano

Por más que existan teorías filosóficas, sistemas políticos y religiones contrapuestas, todos coinciden en algo: el ser humano es la razón de todo.

Quizás haya sido Carlos Marx quien mejor haya sintetizado la idea de la existencia humana cuando escribió que “el hombre piensa como vive”. Una verdad como un templo.


Es el hombre, su bienestar y su sobrevivencia la razón de todas las luchas personales y sociales. La causa de las revoluciones y de la evolución de los sistemas sociales. Por eso siempre, cuando no encontremos el camino, debemos volver al hombre.

¿Qué necesita? ¿Cómo está? ¿Es feliz así? ¿Es libre? ¿Puede expresar todo lo que siente? ¿Ama u odia? ¿Vive en paz consigo mismo y con el mundo? ¿Se le trata con justicia? ¿Se le reconoce por lo que hace? ¿Se le respetan sus derechos? ¿Cuánto vale su vida?

Cada vez que anden mal las cosas debemos volver al hombre con sus necesidades y sus anhelos. Porque ninguna religión, idea, principio, filosofía o causa puede anteponerse a las necesidades del ser humano, a su derecho a la vida.

La historia no perdona a quienes olvidan la esencia de la vida humana. El hombre nace, se desarrolla y muere. Es tan simple y tan complejo a la vez. Pobres y ricos, intelectuales y analfabetos, presidentes y hombres de pueblo... todos vuelven al polvo con sus logros y sus miserias.

Cuando uno mira atrás descubre que el ser humano lleva muchos siglos tratando de encontrar la verdad de las cosas, el equilibrio y la felicidad; sueños que paradójicamente cada vez parecen estar más lejos. Y es que en algún lugar del camino nos olvidamos del hombre.

Por eso hay que volver al hombre simple, imperfecto, egoísta. Al hombre que necesita comer, vestirse, defecar, orinar, trabajar, realizarse, vivir en paz, amar, tener una familia; en fin sobrevivir lo mejor posible el tiempo de su existencia.

Hay que acabar de comprender que todos los hombres no pueden ser buenos, educados, instruidos, humanos o solidarios. Y en esa diversidad hay que aprender a convivir, y sacar lo mejor de cada cual.

Pero eso solo se logra si volvemos al hombre. Si lo miramos por dentro, si le preguntamos cuáles son sus necesidades, si contamos con él para tomar las decisiones, para planear el futuro. Solo así podremos sobrevivir como especie.

Si miramos al mundo entenderemos que el hombre ha dejado de importar: la competencia, el consumo, la economía mundial, el petróleo, la banalidad, las guerras, las armas, los daños colaterales, los escándalos de los famosos, las ideas retrógradas y la falsa libertad lo demuestran. 

El hombre es la razón de todo lo que hemos construido como humanidad. Olvidarlo puede ser nefasto. Porque más allá de nosotros está la naturaleza con todas sus creaciones. La naturaleza de la cual somos hijos, y que no perdona los errores ni cree en razón alguna. 

Vivamos, a eso venimos a la vida. Lo único que necesitamos es hacerlo con dignidad: libremente y en paz.




Nota: Evidentemente me preocupa cuando se olvida al ser humano. Ese es el peor error que se puede cometer con un hijo, con la familia, con los vecinos, con el barrio, la ciudad, el país o la humanidad. El hombre no es un robot... aunque en muchas cosas ya se les parezca... el hombre siente y tiene necesidades. Puede poner por delante a otros, a una idea, o a los principios por un tiempo... pero mientras tanto el hombre necesita seguir viviendo. Es así desde los inicios y no cambiará nunca. Antes que seres pensantes, somos seres vivos.      De paso, perdonen la pocisión existencialista. 

1 comentario:

  1. Me gustó mucho la forma en que abordaste el pensamiento de Marx; a pesar de existir pocas faltas ortográficas, lo valoré. :)

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