Ojalá encuentren aquí un pedazo de Cuba, de su alma y de su gente... un poco de Matanzas, y un poco de mí

miércoles, 2 de marzo de 2011

El precio de ser espía

Un colega de estudios que ya no vive en Cuba me escribía, ante la noticia de la desarticulación de los agentes de la Seguridad del Estado Carlos Serpa (Emilio) y Moisés Rodríguez (Vladimir), que los espías le causaban repulsión de cualquier lado que estuvieran.

Y esa es una idea que comparten muchas personas en el mundo; tal vez con un poco de razón, pero tal vez, y en mayor medida, injustamente.

Digo que tal vez tenga razón mi colega, porque en la historia de la humanidad, que es larga también en cuestiones de espionaje, ha habido espías dobles, y triples; espías que se han vendido, que han traicionado; espías que al final no saben ni para qué ni por qué trabajan.

Pero ese no es el caso de los agentes cubanos Carlos Serpa, ni Moisés Rodríguez. Ellos infiltraron la disidencia cubana, convencidos de que Cuba no necesita los cambios que la contrarrevolución propone, convencidos de que no existe una disidencia cubana justa con argumentos sólidos, y que son solo un grupo manejado y pagado desde Miami.

Ser agente o espía es vivir al borde de un abismo. Y que conste que no va implícita en estas líneas mi experiencia personal o cercana, ni siquiera la de un amigo. Solo las referencias que me han llegado a través de los medios, sobre todo, de seriales televisivos.

Un agente se expone en todo momento. ¿A cuántos peligros se expusieron los agentes Emilio y Vladimir? A todos los imaginables. Muchas personas podrán decir que en todo ese tiempo disfrutaron de los beneficios del dinero que llegaba de Miami, de los viajes y de las relaciones.

Pero ¡a qué precio! Al precio de fingir, al precio de tener que sonreír cuando tenían ganas de cantarles su verdad a quienes les rodeaban, al precio de soportar las mentiras, las manipulaciones y las burlas a la inteligencia humana.

Al precio de recibir el rechazo de sus familias, la incomprensión. Al precio de que sus hijos no los entendieran, de que crecieran pensando que tenían un padre disidente, con mil confusiones cuando en la escuela les hablaban de Revolución.

La vida de agente es difícil. Sobre todo porque muchos ni siquiera viven para hacer el cuento. Los descubren, y van presos o les arrancan la vida. Muchas veces su trabajo permanece en el anonimato para siempre, porque la causa así lo requiere.

Emilio y Vladimir hoy son mirados con respeto en Cuba. El alivio para ellos debe ser inmenso. Poder ser uno mismo es la mayor satisfacción que puede tener una persona. Poder mirar de frente a su familia, a los vecinos y a los compañeros de trabajo.
Carlos Serpa y Moisés Rodríguez en la Universidad de La Habana

La sorpresa fue enorme. Sus revelaciones responden a una estrategia para desenmascarar a la disidencia cubana y a sus planes de levantamientos y desorden interno. Para que el mundo entienda que no hay disidentes reales en Cuba, sino payasos interesados en el dinero o el premio de la emigración acomodada.

Ambos han hecho quedar en ridículo a la disidencia cubana. Incluso mi colega, que no está de acuerdo con el sistema imperante en Cuba, que odia a Fidel y lo considera un dictador, estará de acuerdo conmigo en que esa disidencia es falsa en su esencia, que está basada en la sinrazón y la falta de principios.

A mí me encantó ver a Serpa y a Moisés cantando sus verdades. Me pareció una jugada maestra. No sé a mi colega, de quien de paso debo aclarar, siempre he sospechado, que es un agente de la seguridad cubana.

Materiales de apoyo sobre la historia del espionaje 
- Breve historia del espionaje 1
- Breve historia del espionaje 2

Para conocer a los agentes de la Seguridad de Estado Emilio y Vladimir


- Entrevista a Carlos Serpa

- Con Moisés Rodríguez

- Pruebas de que EEUU financia la “disidencia”: Dos agentes cubanos en sus filas (+ Fotos y Video)

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