Ojalá encuentren aquí un pedazo de Cuba, de su alma y de su gente... un poco de Matanzas, y un poco de mí

viernes, 15 de abril de 2011

Por la ruta de Rivas, un corresponsal de Girón + Fotos


Rivas enseña la grúa que trajo para dragar los canales
José González Rivas estaba en la Ciénaga de Zapata en abril de 1961. Aunque era periodista y corresponsal de Radio Matanzas, en realidad fungía como jefe de compras del Plan Centro Turístico Laguna del Tesoro.

Pero cuando se entera de la invasión “el bichito del periodismo” se despierta y enseguida pide la acreditación. Ya él estaba allí, y no podía desaprovechar la oportunidad.

Para Rivas eran comunes en la Ciénaga  las visitas de Celia, de Fidel, los encuentros con Rita Longa. Así lo cuenta mientras nos dirigimos con él para la Ciénaga de Zapata, en un viaje por el recuerdo.

Ahora no vamos en el Buick de Guillermo Miró en el que llegó a Girón entonces, sino en el VW de la Unión de Periodistas de Cuba en Matanzas. Y aunque no estamos bajo las balas, Rivas lleva el mismo paracaídas que él y su amigo camarógrafo recogieron en el camino para tirarle por encima al carro cuando pasaban los aviones enemigos.

El chofer jaranea con Rivas: ¡tenlo ahí por si hay que echárselo arriba al carro! Bien envuelto lleva el veterano periodista su trofeo de guerra. Aunque no completo, “porque le he regalado pedazos a mucha gente”.

La entrada a la península

José González Rivas está emocionado por el viaje. No solo lleva su paracaídas, sino la grabación de la entrevista que le hiciera al cura español Segundo Lacera, uno de los integrantes de la Brigada mercenaria 2506.

La primera parada es la emisora Radio Victoria de Girón, de Jagüey Grande. Allí conversa con los periodistas, les enseña el pedazo de paracaídas y les cuenta de manera informal anécdotas de entonces. Luis Rodríguez Ruballo lo entrevista para Radio Progreso, “porque no se puede dejar pasar la oportunidad de tener allí al único corresponsal matancero vivo de los sucesos de Girón”.

Después cruzamos la autopista, pasamos Australia, el reinaugurado Museo Comandancia de las FAR y nos adentramos en la Ciénaga de Zapata. La vegetación cambia, la palma real cede lugar a la cana, el terreno se hace pantanoso y Rivas no para de hablar.

“Parece mentira que hayan pasado 50 años. Recuerdo cuando construyeron esta carretera que al principio era de rocoso, y cuando vino Fidel a constatar la calidad de su construcción.

“Unos días antes de la invasión yo andaba solo en el jeep, y al cruzar la Laguna de los Patos me pasa por el lado un carro, se detiene, y yo le paso. Y así el carro me pasaba y se detenía, pero yo no paré ni una vez, porque me podían matar y encontrarme muerto al otro día.

“Aquello me llamó la atención, pero por suerte no pasó nada. Al llegar a la Boca se lo comento a dos compañeros, y me dijeron que eso no era nada. Después me enteré que los dos eran traidores, y que quizás los que iban en el carro sí querían hacerme daño”.

Traspasamos el peaje que anuncia la llegada a la Península de Zapata. Están poniendo un bello cartel a la entrada. Enseguida aparece La Boca, y Rivas nos enseña una patana con una grúa inmensa que se ve desde la carretera.

“Esa grúa la compré yo hace más de 50 años. Se la compré a los franceses que hicieron el túnel de La Habana. Con ella se dragaron los canales por los que hoy pasan el barco y las lanchas que van para Guamá”.

“La trajimos por mar con un remolcador hasta Playa Larga, y de ahí hasta la Boca arrastrándola, tirada por tractores. Desde entonces está ahí”. Se nota el orgullo en los ojos de quien sabe que una obra tiene la huella de su mano, aunque sea anónima, aunque ya nadie lo recuerde.

La llegada, La Voz de la Victoria y Girón

Entramos a Pálpite. Hasta ahí llegaron los mercenarios. Ni un paso más pudieron dar en las 72 horas que duraron los combates. Rivas cuenta que el primer día que salió con Guillermo Miró solo llegaron hasta Pálpite, porque la cosa estaba difícil. “Pálpite era un caserío con una tienda, y por todos lados estaban las huellas del tiroteo”.

De izquierda a derecha: Yirmara Torres, Efraín Otaño y Rivas
Ahora llegamos a Playa Larga, y viramos a la derecha. En Caletón está la emisora de la Ciénaga La Voz de la Victoria, inagurada hace tres años. Rivas nunca había estado en ella. Encontramos un equipo de Radio Rebelde, que también lo entrevista.

Nos recibe Efraín Otaño, el director. De nuevo Rivas exhibe su paracaídas y cuenta sus anécdotas con uno y otro colega. Le vienen los recuerdos salteados, que siguen en el viaje hasta el Museo de Playa Girón.

Allí llegamos justo cuando empiezan en el teatro del museo  las lecturas de “La Ruta de la Poesía”, un periplo que realizan el Centro Provincial del Libro y Ediciones Matanzas por toda la provincia, en homenaje esta vez al aniversario 50 de la Victoria de Playa Girón.

Es un lujo que estén también Mirta Rodríguez y Maruchi Guerrero, madre y hermana de Antonio Guerrero, y Rosa Aurora Freijanes, esposa de Fernando González, dos de los Cinco cubanos que están presos injustamente en Estados Unidos desde hace casi 13 años.

Familiares de los Cinco reciben libros
Ellas presentan el libro de poemas Un lugar de retiro, de Antonio Guerrero. Un volumen elaborado por ediciones Matanzas con el financiamiento de la Asociación Cubana de Artesanos y Artistas de la occidental provincia.

Mirtha saca lágrimas a los presentes con esa mezcla de dolor y fortaleza que siempre transmite en sus palabras; Maruchi, en ausencia de su hermano lee dos poemas y Rosa Aurora pide seguir alzando la voz, porque no se puede esperar mucho de la justicia norteamericana.

El regreso desde el lugar de la Victoria

Regresamos apurados, para no encontrarnos con los cangrejos que cruzan la carretera cuando el sol se va y ponchan las gomas de los carros. José González Rivas rememora el encuentro en Girón, y cómo logró convencer al cura para que diera la entrevista.

“Cuando llegué a Girón ya todo había pasado, y estaban los prisioneros en las cabañitas. Enseguida me preguntan si estaba acreditado, y les digo que sí. Me autorizan a pasar y me preguntan cuáles eran mis intereses.

“Cuando les digo, me comunican que no había problema, que había tres curas prisioneros pero que no querían hablar con nadie. Me dejan tratar y convencí a uno de ellos. Así es que obtengo la entrevista”.

El cura le transmite a Rivas la esencia de por qué vinieron la mayoría de ellos: “…a nosotros se nos pintó la película de muchos colores, jamás se fue sincero con nosotros, incluso se nos dijo que eso duraría unas horas y que estaba todo tan maduro que el pueblo de Cuba iba a cambiar totalmente”.

La entrevista de Rivas formaría parte del material del ICAIC Venimos por amor, aunque tengamos que hacer la guerra. Como resultado de aquel diálogo, el clérigo Lacera le entregó a Rivas el distintivo en forma de escudo con la bandera cubana que fue donada al entonces director del Museo Histórico de Matanzas.

Además de Rivas llegarían hasta la Ciénaga de Zapata aquel abril de 1961 otros tres matanceros: el también periodista Manolo García, y los fotorreporteros y camarógrafos Guillermo Miró y Luis Font Tió.

Los cuatro forman parte de la historia del periodismo en Matanzas, porque sumado a la obra de sus vidas, contribuyeron a que la verdad de Girón se supiera mejor.

Rivas, quien siempre reconoció el papel preponderante de sus otros colegas que ejercían el periodismo activamente, también forma parte de esa historia. José Gonzáles Rivas también llegó a Girón, no importa si antes o después, pero logró esa entrevista que es hoy otro trofeo de guerra.

De vuelta en su casa de la céntrica calle de Milanés, en Matanzas, José González Rivas vuelve a guardar su pedazo de paracaídas y su entrevista, hasta que en estos días agitados para él lo vuelvan a llamar para presentar una muestra en el Museo, para homenajearlo, para contar su verdad sobre la Victoria de Girón, esa que nadie le podrá arrebatar.


Otras fotos del recorrido

Marta Fernández entrevista a Rivas para Haciendo Radio de Rebelde, desde La Voz de la Victoria
Rivas y Bárbara Vasallo, con periodistas de Radio Victoria de Girón, en Jaguey Grande.
Yirmara Torres y Barbarita Vasallo, con el director de la emisora cenaguera, Efraín Otaño
Rivas, Barbarita y Jorgito, el chofer de la UPEC a la entrada del Museo de Girón
Aquí están escritos los nombres de los mártires de Playa Girón. Muchos de ellos eran jóvenes que no pasaban de los 22 años.
Así de bella es la entrada a la Ciénaga de Zapata. Adentro todo es mágico, o al menos, diferente. 

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