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miércoles, 20 de junio de 2012

Terror a las pruebas o padres sobreprotectores

Podría parecer normal que tras años en los cuales se simplificó el sistema de evaluación en los distintos niveles de enseñanzas en Cuba, los estudiantes y padres sientan tensión al llegar las pruebas, que este año se anunciaron más rigurosas.

Pero resulta inaudito y hasta ridículo que tantos padres permanezcan horas en las afueras de las escuelas para esperar a que sus hijos terminen, como si, en vez de hacer una prueba final, estuvieran examinándose para acceder a la universidad y en ello les fuera el futuro.

Puede que algo de su futuro se decida en estos exámenes, pero no es para tanto. Puede incluso que resulten preocupantes, por toda la seriedad que se le ha dado por parte de educación a este proceso y un retorno a la antigua disciplina evaluativa.

Se justifica un poco, tal vez, porque no se garantiza aún la cobertura total de los docentes, o porque no todos tienen la preparación adecuada para enseñar al nivel que se está exigiendo.    

Pero si regresamos unos años en el tiempo, cuando yo estudié en la primaria y secundaria, hace ya dos décadas, el sistema educacional cubano era estricto y las evaluaciones no lo eran menos. En aquella época de pruebas duras jamás supe de un padre montando guardia mientras su hijo examinaba.

¿En que puede ayudar que los padres asuman tal actitud? No me imagino como esto pueda aportar algo a los conocimientos que no se aprendieron con anterioridad.

Esos padres, lejos de ayudar, pueden poner a sus hijos más nerviosos, pues los muchachos sienten la presión de quedar bien. Ni siquiera tendrán tiempo de confrontar cuando acaben, pues nada más asomen la cabeza tendrán a sus progenitores encima preguntando cómo salieron.

La tarea de los padres es diaria. Consiste en ocuparse de que no falten a clases, de que aprendan. Consiste en darle seguimiento a los problemas de los hijos, en mantener contacto continúo con el maestro, en saber cómo pueden ayudarles en cada momento y crearles condiciones para que estudien siempre.

La preocupación de los padres cubanos ha llegado al punto de que algunos faltan al trabajo por las pruebas de sus hijos. Esto es una exageración, que denota, sobre todo, un nivel de sobreprotección que  no ayuda en nada.

Los niños y adolescentes necesitan saber que nos preocupamos por ellos. Pero debemos dejarlos solos para que venzan sus montañas, para que aprendan que papá y mamá no pasarán ninguna prueba en esta vida por ellos, no por desamor, sino porque su papel es prepararlos para que sean capaces de hacerlas solos.

Pero sobre todo para que aprendan que todo cuesta sacrificio, incluso vencer un grado o una enseñanza.

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