Ojalá encuentren aquí un pedazo de Cuba, de su alma y de su gente... un poco de Matanzas, y un poco de mí

viernes, 16 de noviembre de 2012

Los desteñidos y los indesteñibles


Hace rato aprendí que la gente no cambia. Al menos, nadie cambia tanto después que es adulto. Sin embargo, a cada rato soy testigo de casos de gente que de pronto se destiñe ante el asombro de vecinos, compañeros de trabajo y hasta de la familia.

Mi máxima al respecto es que quien se destiñe jamás fue auténtico. Eso funciona en el ámbito de la química, con los tintes que son buenos; y en el de la moral, con la gente que tiene fuertes valores.

Hoy, que Cuba vive un momento de reordenamiento, de institucionalización, de decir verdades, de quitar del medio lo que no funciona o a quienes no trabajan, abundan los desteñidos.


Porque durante muchos años se multiplicaron a nuestro alrededor personas con doble moral, que sobrevivían entre la mediocridad, repitiendo el mismo discurso vacío en todas partes y diciendo lo que sus superiores querían oír.

En privado, entre un círculo cerrado de amigos, solo con la pareja, o a veces solo para sus adentros, sostenían el otro discurso real, el de aprovecharse, inventar, abusar o desviar.

Los desteñidos no aguantan cuando las exigencias aumentan, porque no hay raíces profundas, porque se tambalean entre sus débiles valores y la ambición de poder o de bienes materiales.

Y así pierden su color ante la sociedad que los ve desteñirse de un día para otro; unas veces dignamente, pero otras cambiando su tinte original completamente por otro, y de paso renegando de su matiz anterior, que siempre fue falso.

En el otro lado están los indesteñibles, los que a base de honradez han ganado lo poco o mucho que tienen, los que trabajan callados, los que son la solución y no el problema; aquellos que no han cambiado por duros que fueran los tiempos.

Los indesteñibles tienen sus colores originales bien prendidos a la piel, y siempre, en una posición u otra, son fieles a sus principios. Los indesteñibles gritan a los cuatro vientos sus verdades.

Los indesteñibles, de un lado o del otro, no sorprenden a nadie, porque son como son. Ellos no tienen la doble moral de los desteñidos, no tienen que fingir, no tienen que mentirse a ellos mismos.

Los indesteñibles no son puros, tienen sus manchas y las exhiben con orgullo; mientras que los desteñidos fingen ser perfectos.

Ustedes estarán de acuerdo conmigo en que a la Cuba de hoy no le hacen falta los desteñidos, que entorpecen y traicionan. La Cuba de hoy precisa de gente indesteñible, de gente dispuesta, de gente real, verdadera, firme; de gente cuyos valores no se disuelvan con una pasadita de agua.

1 comentario:

  1. estoy tratando de localizar a eduardo torres, tiene un blog o algo parecido???

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