Ojalá encuentren aquí un pedazo de Cuba, de su alma y de su gente... un poco de Matanzas, y un poco de mí

jueves, 31 de enero de 2013

¿Cambiar la mentalidad o la mente completa?

Todos los cubanos coincidimos en que para llevar adelante todas las transformaciones en lo social y lo económico, tenemos primero que cambiar la mentalidad. El reclamo se repite casi a diario, pero a veces queda solo en el marco cerrado de una asamblea o en el comentario de una periodista.                  

Afuera, en la calle, en la producción, en los servicios, en los sistemas de atención a la población, en el campo y en la ciudad, detrás de un buró o del timón, en las recepciones, en los comercios, en el barrio y hasta en las reuniones, la inercia es dueña y señora.
                                
El cambio es tan lento que desespera. A diario uno encuentra gente barrera, gente inerte, gente burócrata, gente cerrada; gente capaces de desesperar al revolucionario más optimista.

Cambiar desde dentro es tal vez el mayor reto que tenemos los cubanos. Cambiar vicios, concepciones, maneras de hacer; trasformar el inmovilismo, dejar de dar responsabilidades importantes a gente mediocre y quitar del medio a quienes entorpecen.                

Pero cambiar no es fácil. El ser humano teme al cambio, aún cuando sabe que es urgente o necesario, porque el cambio estremece todo lo establecido; el cambio sacude, remueve, quita y pone.           

Mucha gente se opone al cambio por reacción natural, otros porque la costumbre es muy fuerte o porque los cambios llegaron a un edad muy avanzada. Pero también hay quienes no quieren cambios, porque no les convienen; porque a río revuelto, ganancia de pescadores.

Así, este país está repleto de gente que se sienta a esperar el cambio de brazos cruzados, a que las cosas mejoren, a que haya más productos en los mercados agropecuarios, a que el servicio deje de ser malo, a que disminuyan las indisciplinas, a que suban el salario, como si transformar el estado de cosas no fuera responsabilidad de cada uno de nosotros.        

El cambio de mentalidad tiene que suceder en cada uno de los cubanos, desde los más altos dirigentes hasta la base. Hay que dejar de esperar a que el otro cambie, a que el otro trabaje, a que el otro sea mejor o a que haya, quizás, mejores condiciones económicas. 

No esperemos que nada cambie en este país, que nada se perfeccione, si no cambiamos todos. Y el cambio tiene que empezar por la mente, aunque a veces nos parezca que a algunos, más que cambiar de mentalidad, haya que cambiarles la mente completa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor... comentarios maduros, inteligentes y respetuosos...