Ojalá encuentren aquí un pedazo de Cuba, de su alma y de su gente... un poco de Matanzas, y un poco de mí

martes, 18 de marzo de 2014

Reconciliación con los kikos plásticos

Mis kikos plásticos... mejores no los quiero...
Los kikos plásticos son una leyenda en Cuba. Quienes nacieron en los años 60 del pasado siglo en Cuba los recuerdan con una mezcla extraña de cariño y desprecio: cariño porque para algunos fueron sus únicos zapatos, compañeros de escuela y travesuras en la niñez y con desprecio por lo feos y calurosos que resultaban.

Los kikos que llegué a ver en mi infancia eran unos zapatos negros, con huequitos y cordones, aunque también los había modelo mocasín. Cuentan que se hacían aquí mismo y que fueron una opción a la crisis de aquellos años, cuando escaseaban la ropa y el calzado.

Cuando yo nací a finales de la década del 70 ya los kikos habían pasado a la historia y particularmente no recuerdo haberme puesto nunca un par. Pero mi tío Juancito, 12 años mayor que yo, me contaba que los kikos fueron sus zapatos escolares durante toda la primaria. Me decía cuánto odiaba aquellos zapatos horribles, con los cuales sin embargo se conformaba, “porque eran los que teníamos todos”.

Pero que no haya llevado kikos, no quiere decir que yo no haya sufrido también la escasez de calzado. Tuve mi época de zapatos ortopédicos, después de tenis de campo pintados con tinta negra durante la secundaria, las chancletas de lacito y los zapatos Puccini de charol para mis quince y las zapatillas Yutapai ya en el pre-universitario.

La verdad es que en mi etapa de adolescente (ya tengo 35 años) no había muchas posibilidades de tener los zapatos que queríamos, sino los que se podían, y llegué a la universidad con un par para las clases, otros para salir y para de contar.

No obstante, los mi generación nos consideramos afortunados porque jamás tuvimos que ponernos un par de esos kikos plásticos de los cuales hablaban nuestros padres y que eran el colmo del mal gusto.

Sin embargo, ¿quién lo iba a decir?, como vuelven las modas, los kikos plásticos también han regresado. Es cierto que ahora han vuelto disfrazados, de una manera más bella, con colores brillantes, más duraderos y flexibles, con más terminación, pero al final son descendientes directos de aquellos feos kikos plásticos que hoy nadie se pondría.

Siempre quedaron las sandalias plásticas para los niños pequeños, muy útiles en el primer añito, cuando todavía los pequeños no han aprendido a controlar su orine.

Pero hoy los zapatos plásticos provenientes sobre todo de Brasil y China han invadido el mercado cubano, y las mujeres los llevan para trabajar, pasear y a veces hasta para alguna salidita formal, no solo porque son prácticos para caminar y tienen orificios que hacen que el pie sude menos, sino porque duran y no se despegan si les alcanza un aguacero en la calle.

Los modernos kikos plásticos están disponibles a precios bastante módicos en cualquier tienda recaudadora de divisas del país y hasta hace poco se ofertaron en los muchos comercios particulares que a lo largo de todo el país vendían ropa y zapatos industriales por cuenta propia.

Yo mismo me hice de dos pares, unos tipos sandalias y otros semejando balerinas, y desde que los tengo no me pongo otra cosa. A veces la gente se asombra cuando descubren que son plásticos porque la textura y el color hacen que no lo parezcan.

Creo que lo mismo le ha pasado a quienes han descubierto lo cómodos que pueden ser, a pesar de los mitos que existen en nuestro país alrededor del calzado plástico, ligado estrechamente en el imaginario popular a la pobreza y la necesidad.

Pero mucha de la gente que lleva hoy zapatos plásticos ignora que sean herederos de aquellos kikos. Cuando yo compré el primer par, a un precio bastante alto, del cual no me arrepiento pues han probado su calidad a lo largo de los tres años que llevan conmigo sin romperse, mi sabia abuelita me dijo: ¡están bonitos, pero son kikos! Sí, más bonitos, pero son kikos plásticos.

Al final parece que los cubanos hemos encontrado la manera de reconciliarnos con los kikos. Llevar zapatos plásticos ha dejado de cargar con la mala fama que precedía a los kikos plásticos de los años 60 y 70 del siglo 20 cubano.

Más modernos e ideales para nuestro clima y nuestro bolsillo, los kikos plásticos han vuelto. Bienvenidos a nuestras zapateras.

2 comentarios:

  1. Yirmara, yo recuerdo unos kikos rosados muy feos que mi mamá tuvo y que dieron mil vueltas en la zapatera, porque a pesar de odiarlos, se demoró mucho para deshacerse de ellos (por si en algún momento los tendría que volver a usar).
    Por suerte en estos tiempos los hay muy lindos, coloridos, cómodos, pero como dice tu abuelita ¡están bonitos, pero son kikos!, jajaja, saludos

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    1. Así somos los cubanos, guardamos las cosas por si las necesitamos algún día después... jajajja... previsores

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