Haciendo un reportaje sobre las Cuevas de Bellamar |
En el arte de ensartar letras y palabras pasé por todas las facetas, desde los versos cursis, los cuentos de hadas y el diario personal, hasta que llegué al periodismo y empecé a tejer, más menos con decencia, noticias, crónicas, comentarios, entrevistas y reportajes…
Pero antes esta guajirita de Cuatro Esquinas* solo quería ser campesina, como mis abuelos, mis paradigmas. Sembrar, cuidar los animales y la casa, correr libre por entre las vacas y los chivos, montar el caballo Tondique y tener un jardín lleno de flores y una arboleda repleta de frutas fueron mis primeros sueños. Fui tan feliz en mi niñez que soñaba con ser niña siempre.
Luego quise ser maestra como mis padres, hasta que un día la profesión de papi Adrián y mami Idoneida se me derrumbó, cuando a inicio de los años 90 del pasado siglo ella fue a pasar un “curso sabático” porque los maestros sobraban y a mi papá le cerraron su Formadora de Maestros. Mi papá, el buen profesor de Física, se fue a trabajar a una tienda para sobrevivir al Período Especial y ya no quise ser maestra.
Mis primeros contactos con el periodismo fueron a través de la lectura de periódicos. Cierro los ojos y me veo leyendo aquel diario Granma tipo sábana que era casi más grande que yo y se me doblaba, pero yo insistía por más que pensaran que estaba loca, porque “los niños no leen periódicos”. O a lo mejor lo primero que leí fue una revista Bohemia, Mujeres, Muchacha, Pionero o Somos Jóvenes; o tal vez el Opina, el Caimán Barbudo o el Juventud Rebelde.
En mi casa en Cuatro Esquinas no había televisor, así que leer cuanto cayera en mis manos y escuchar el radio VEF que mi abuela siempre mantenía sintonizado en Radio Progreso eran mis entretenimientos. Como flashazos me vienen a la mente las novelas del mediodía, la de las dos, la Novela de amor, clave 8.30…
Por las mañanas despertábamos con Haciendo Radio, de Radio Rebelde, y su sección de las aventuras de Elpidio Valdés. Y por las tardes escuchaba con abuelo el ágil noticiero Exclusivo, de la misma emisora, con la voz de César Arredondo, a quien conocí en mis años de prácticas cuando ya era estudiante de periodismo, en La Habana.
La primera vez que entré a un medio de comunicación tenía 11 años, estaba en quinto grado y vivía en Colón. Unas mujeres elegantes, que después supe eran directoras de programas de radio, fueron a la escuela buscando niños para integrar un Círculo de Interés de Radio Difusión y alguien sugirió mi nombre porque era buena lectora.
Así llegué a Radio Llanura de Colón, una emisora pequeñita con un director artista enamorado perdidamente de la radio: Amado Amador, maravilloso líder y ser humano, quien contagiaba a todos ese amor.
No sé si mientras jugaba a ser locutora en el programa infantil Niñito Cubano o después en Cita Estudiantil decidí que iba a ser periodista, pero definitivamente cuando dejé la emisora porque tenía que ir estudiar a Matanzas ya estaba prendada del trabajo de los medios.
Fue mientras cursaba el preuniversitario en la Vocacional Carlos Marx de Matanzas cuando me tocó decidir. Y no fue fácil. Yo quería estudiar Periodismo, Física Pura o Arquitectura, profesiones bien encontradas.
En esa época seguía escribiendo mucho y tenía fama de bocona, criticona y “echá pa´ alante”. Me busqué más de un problema por defender causas justas y la profesora de Español me decía Soledad Cruz, porque era un látigo contra todo lo mal hecho.
No era mala en Español, escribía hasta por los codos, mis amigas me buscaban para que les escribiera carticas para sus novios y poemas por el Día de los Enamorados. Pero desde la secundaria siempre fui mejor en las ciencias. Por eso mientras crecía y ganaba concursos de Matemática, Física o Química todos pensaban que mi futuro estaba en una carrera técnica o científica.
En un momento, ya con 15 años, empecé a hablar en serio de estudiar periodismo. Pero la carrera no venía a la provincia de Matanzas entre las opciones y nadie sabía decirme qué pasaba. Pasó mi décimo grado y nada de periodismo; pasó onceno y nada. En un momento llegué a pensar que el periodismo no estaba para mí. Y lo que no está pa´ ti…
Pero me equivoqué. En duodécimo grado, luego de que Mora, mi profesor de Física, me conminara a decidirme porque me iba a volver loca con tanta “estudiadera” y tanta indecisión entre Periodismo y Física Pura, al fin decidí que me iba por el periodismo.
Crucé los dedos, dejé de ir a los repasos de Física y Química y seguí solo con Español, Historia y Matemática. En aquellos años se hacían pruebas de ingreso de casi todas las asignaturas de acuerdo a la carrera que se solicitaba y era una locura si uno quería pedir una de Ciencias y otra de Letras, porque había que examinarse en casi todo.
Y cuando al fin llegaron las carreras, Periodismo brillaba por su ausencia. Pero entonces alguien me dijo que había llegado una plaza a la provincia de Comunicación Social, que era lo mismo, pero que ahora se llamaba así. Después supe que la carrera había cerrado por dos años y había abierto con nuevo plan de estudios y nombre.
Por supuesto, pedí Comunicación Social en primera opción y esperé por el resultado, rezando por tenerla, porque yo no quería ser filóloga, psicóloga, filósofa ni abogada, que eran mis otras opciones. Para ese entonces ya solo quería ser periodista.
Un buen día me informaron que la carrera era mía, y no sé si fui más feliz yo o mis amigos, pero lo celebré mucho. Lubisel me dijo que solo quería que le trajera una motocicleta de mi primer viaje. Claro, que entonces no sabía que aún debía someterme a una prueba de aptitud desfasada y que ser periodista daba más dolores de cabeza que viajes y dinero.
Fue en agosto de 1996 cuando me citaron de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. Me dijeron que debía presentarme a las pruebas de aptitud. Y allá me fui con mi papá sin saber a qué me enfrentaba, asustada porque los compañeros que estaban esperando como yo para ser examinados hablaban de lo humano y lo divino, como si aquella prueba fuera algo del otro mundo.
Y sí fue difícil, pero pasé las tres fases. En aquel tribunal estaba Juana Carrasco, a quien todos hablaban con mucho respeto (después entendí por qué). Y le tocó entrevistarme a una de las profesoras más entrañables de esa facultad, la profe Raiza, quien me dijo con total franqueza que lo que más le había gustado de mí era que yo “era una auténtica inmadura muchacha de 18 años”.
Así entré a estudiar periodismo y comencé un viaje sin regreso por los placeres y los sufrimientos de esta profesión, que solo se puede ejercer dignamente si se siente en lo más hondo. No fui la mejor estudiante ni he sido la mejor periodista, pero me he aferrado a mi profesión soportando golpes duros y bajos, en medio de un entorno hostil, solo agradable a ratos.
Nadie me dijo nunca que ser periodista fuera fácil. Quizás por eso mismo escogí esta profesión de gente incómoda, atravesada, obstinada; de gente que se busca problemas en todas las esquinas de la vida; una profesión de personas comprometidas y valientes.
Cuando soñaba con ser periodista, jamás pasó por mi mente la fama o la posibilidad de salir en televisión. Mis anhelos como periodista solo tenían que ver con la necesidad de expresarme o de hacer el bien; cambiar el mundo, como he escrito antes.
En mis años como aprendiz del mejor oficio del mundo, he sobrepasado obstáculos para poder seguir siendo periodista. Pero lejos de rendirme, esas piedras hacen que el periodismo cada día me sepa mejor.
Las vocaciones llegan por los caminos más sorprendentes, pero siempre tienen un por qué relacionado con intereses, con preferencias, con modos de ser y actuar. Seguir la vocación y llegar a la profesión correcta conllevan una pizca de casualidades, mucho de causalidades y un montón de empeño.
Aún sueño con ser campesina y niña; tal vez un día lo cumpla si puedo seguir siendo periodista. Maestra he sido por la fuerza de la necesidad en la propia carrera de periodismo de la Universidad de Matanzas. Y periodista… Aún a veces me pregunto de dónde le salió a esta guajira el empecinamiento por el periodismo y no encuentro la respuesta. O sí, quizás el por qué está en estas líneas y no me he dado cuenta.
Hay quienes creen que soy periodista por el título colgado en la pared de mi cuarto. Pero no son ese papel o los 5 años en la Universidad los que me hicieron periodista, soy periodista y nunca dejaré de serlo, tenga plaza o no para trabajar, porque el periodismo está dentro de mí.
Sonará cursi, pero el periodismo se coló en mi vida y la domina; está en mis pensamientos, en mis sentimientos y en el aire que respiro.
Cuando se es periodista y se cree en el periodismo noble y útil que puede revolucionar el mundo, solo se deja de serlo con la última exhalación.
*Cuatro Esquinas: Batey del municipio Los Arabos, el más oriental de la provincia de Matanzas.
Pues nada, amiga, periodista; que es donde te sientes realizada, qué mejor trabajo: que aquel que nos hace feliz —y por el que, hasta te pagan—.
ResponderEliminarAbrazos
José, tienes toda la razón, qué bueno que a uno le paguen por hacer lo que le gusta aunque sea poco
Eliminarno sé quien le dijo que estudiar periodismo en la facultad de comunicación social es igual a estudiar comunicación social en la misma facultad. alguna vez cerraron periodismo, pero jamás sutituyeron una por otra.
ResponderEliminar!Qué mal informado está usted! En 1994 cerró la carrera que ya no se llamaba Periodismo, sino Comunicación Social, con su plan C. Además en la Facultad de Comunicación de la UH se estudiaba ICTB (Información Científico Técnica y Bibliotecología). La carrera cerró por dos años y abrió en 1996, con el mismo plan C de la carrera de Comunicación Social. Durante varios años se estudió Comunicación Social y no periodismo. El Plan C incluía todas las materias de la carrera de Periodismo y algunas de la incipiente comunicación social, que se empezaba a tomar en serio en Cuba entonces... Pero el perfil apuntaba más al periodismo. Yo entré a estudiar a la facultad en 1996. Le aseguro que estudié Periodismo más que Comunicación Social. Entonces se seguía la corriente de algunas universidades del mundo donde se estudiaba simplemente Comunicación Social. En 1998, después del séptimo Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba, se decide volver a separar las carreras, y no estoy segura si en 1999, se comienzan a estudiar Periodismo y Comunicación Social, dos carreras separadas, cada cual con su currículo propio, aunque tienen muchas asigatnuras en común, como Teoría de la Com, Comunicación y Sociedad... y otras. Entonces crecieron los grupos en la Facultad y empezaron a dividir las aulas...
EliminarPero le digo que está muy mal informado, pues en Cuba hay muchos profesionales graduados en los años 90, cuyos títulos no dicen Licenciado en Periodismo, sino en Comunicación Social... no distingue si es plan C o Plan D (el actual).... pero quienes nos graduamos en esos años estudiamos más Periodismo que Com.
No obstante no sé cuál es su punto... en definitiva, qué más da... Pero el punto es que sí estudié periodismo y mis profesores fueron periodistas.
Gracias Iris... gracias por siempre seguir mi blog
EliminarMUY BONITA HISTORIA YIRMARA
ResponderEliminarCADA VEZ QUE TENGO LA OPORTUNIDAD REVISO TU BLOG DESDE QUE SALIO LO DEL ARTICULO DE ABELITO EL PINTOR PUES ES COMO NUESTRA FAMILIA , Y TE DEJE TAMBIEN EN EL ARTICULO QUE ESCRITO SOBRE LA ESCUELA DE TU HIJO RAUL GOMEZ , GRACIAS IRIS
ResponderEliminarSí, en algunos lugares se estudia Comunicación Social con base amplia y planes ambiciosos, realizables, sin mentar los profesores... las referencias. Lo de acá, todo, da deseos de salir a pasear. Y mira que se pasea estudiando allí!
ResponderEliminarY tú explicación sobra. El título que dice Comunicación Social es porque la persona en cuestión está graduada de Comunicación Social en la fecha que reza. El que dice Periodismo es porque se ha graduado de Periodismo en la Facultad de Comunicación Social de la Universidad de La Habana, de la misma manera. Cuando no se graduaron Licenciados en Periodismo, por las razones que fueran, nunca sustituyeron una carrera por otra, aunque serviciaron con lo elemental Comunicación para que sirviera a los fines de periodismo y a otros innumerables. Recuerda que los periodistas abandonaban en masa y nosotros somos bárbaros haciendo crecer panes y peces, aunque salgan sin harina u ojos Todavía padecemos la diarrea de Comunicadores sociales graduados a nivel de comunidad, algo de lo que apenas se libró el Periodismo.Los planes los conozco, si en Periodismo enseñaban bastante poco, Comunicación sería un paseo por las nubes, así que no engañas a nadie con esa explicación entusiasta que refiere lo capaz que te propones con tan poca pita en el cordel.
Y por supuesto que para escribir con algo más que correción no se necesita ni una ni otra carrera.
Cuando la gente habla sin saber... no puedo hacer más que levantar los hombros y dejar que sigan en su obstinación... ¿Conoces los planes? Entonces sabrás que el Plan C de Comunicación Social contenía todas las asiganturas que se ofertan hoy en Periodismo y Com. Social... y creéme, conozco ambos planes, porque he dado clases en las dos carrerras aquí en Matanzas... Nada que ver con el Plan C... mucho más completo... Pero igual... seguro tú estás por encima de todo... ¿acaso Dios está comentando en mi blog y no me he dado cuenta? Qué hago yo, simple mortal, debatiendo con Dios?
ResponderEliminarHola Yirmara, es muy bonita tu historia. Es verdad que el Periodismo es una pasión, y que no es el título ni los 5 años de escuela lo que definen a un periodista (imagínese, señor anónimo, lo que puede representar que diga un nombre u otro!)... El entusiasmo que te mueve es un ingrediente fundamental en el intento abrasador de hacerlo bien. Gracias por tus palabras y muchos éxitos!!
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