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viernes, 29 de agosto de 2014

Los andamios que unen a Israel con Milanés (+ poema)

Andamios es el título del poema  con el cual Israel Domínguez (Villa Clara, 1973) ganara recientemente el premio único en el Concurso Debate extraordinario  convocado por el Centro provincial del Libro y la Literatura en Matanzas para homenajear a José Jacinto Milanés en su bicentenario, el 16 de agosto último.

El poema no fue escrito para la ocasión: “no digo que no pueda hacerse, pero yo no lo hago. Forma parte de un libro en ciernes, que he titulado Dos bicicletas y una mujer. Cuenta hasta el momento solo con 8 o 9 poemas y trata sobre la marginalidad, sobre ciertos aspectos del ser humano como la sexualidad, lo que está ocurriendo ahora mismo en la nocturnidad de las ciudades, la violencia y la falta quizás de escrúpulos en algunos sectores de las nuevas generaciones.”

Andamios fue seleccionado entre las obras de otros 18 poetas matanceros que participaron en el concurso cuyo veredicto debía ser instantáneo, en vivo, sin tiempo para el análisis profundo; por eso para Israel, quien ha sido premiado con anterioridad en múltiples competiciones literarias, este tiene una significación especial.

“Este concurso es la continuidad de una tradición, pues según tengo entendido data de los años 70 y se le llamaba el “Milanés chiquito”. Fue un concurso que tuvo mucho prestigio por los jurados que venían en aquellos años, como Eliseo Diego y Fayhad Jamás, entre otros. Después continuó en los 80 y los 90. Incluso yo lo gané en el 97. Fue el primer premio que yo obtuve en mi vida y en esta ciudad. Pero después desapareció porque en el país comenzó a incrementarse el número de concursos y convocatorias, se publicaba mucho más. Entonces los autores mandaban a otros concursos y este perdió participación. Al ser un premio en metálico muy pequeño pues entonces no cobraba mucho interés. Participaban personas pero no había calidad en los textos. Hace unos años el centro de promoción literaria hizo el intento de rescatarlo y lo hicieron muy bien. Pero en este año específicamente se rescató por la significación que ha tenido para la cultura y por el homenaje a Milanés.

“En esta ocasión, por la trascendencia del concurso en el bicentenario de Milanés, la participación fue por invitación. Fueron convocados 20 poetas reconocidos; algunos no tan reconocidos, pero que se consideran promesas de la poesía matancera”.

Israel, pero si este es un premio chiquito, ¿qué tiene de especial conquistarlo? ¿Alimentan tu ego  o tu vanidad el hecho de haber ganado en una competencia donde, como dices, participaban otros poetas de prestigio?

“Ya que hablas de ego y de vanidad, yo creo que sí somos vanidosos, no cabe la menor duda. Uno trata de apelar a la humildad para que la arrogancia no nos limite como personas o como creadores. Yo hablaba en el mismo debate del concurso que es muy triste cuando los poetas tienen un status. Porque había en ese concurso poetas con buenos poemas que tiene premios importantes, como es el caso de Leymen Pérez y Yanira Marimón, que también estuvieron en competencia y sus poemas eran de una alta calidad y pudieron ganar ellos. Y se aludió a que era muy difícil la situación porque había poetas de gran reconocimiento. Yo dije que era muy triste el estatus en un creador. Los creadores no deben limitarse a partir de un estatus, esa cosa de estatus es cosa de millonarios o de altas clases. Y cuando hay un concurso que tiene sentido uno debe participar, y yo creo que el debate en el bicentenario tenía mucho sentido, no solo por el cheque de mil pesos, sino porque participar es un reconocimiento a tu obra y porque en esta caso era para honrar a Milanés.

“Es un premio bonito. Me siento feliz por el significado que tiene desde el punto de vista simbólico. No hay premios chiquitos, ni grandes; lo que hay son estímulos a la obra de un creador. No siempre en la historia de la literatura ha ganado el mejor, lo cual quiere decir que mi poema quizás no es el mejor y eso no quiere decir que el jurado no haya sido justo, sino que la literatura es tan subjetiva y la verdad literaria es la más relativa de todas las verdades. La verdad artística es la más relativa de todas las verdades. Por tanto, pudo haber sido el mejor, pudo no haberlo sido. Pero sí creo que ganar un concurso te abre puertas a la promoción a tu obra, a que las personas que deben “deben” prestar más interés hacia la creación, no por la fama ni por la popularidad, sino por la creación en sí, lo hacen cuando el premio les suena en los oídos, y son las personas que desgraciadamente a veces tiene que facilitar algo en la vida de un creador y a veces los premios los creadores los necesitan para eso, para resolver  esos problemas.

“Pero los premios a la obra en sí no le dan nada. Quizás a uno como persona sí, desde el punto de vista que es un estímulo a la creación, a la promoción de tu obra y que te da un dinero para resolver algo. Este en particular fue un premio con una significación especial, estuvo lleno de magia y allí, mientras leíamos, había una energía muy bonita”.

Andamios tiene puntos de encuentros con una parte de la  poesía de Milanés, porque retrata zonas oscuras de la realidad… 

“La poesía de Milanés nos llega con mucha frescura a la actualidad. Es un poeta en el cual tú no notas tanto el lastre de lo decimonónico, que es válido a la hora de entender la época, de un poeta que se expresó en esa época. Pero Milanés es un poeta trascendente, que llega a nuestros días con esa frescura y donde tú puedes palpar la ciudad no solo en su aura espiritual, no solo en su aura poética, sino en sus márgenes, en su suciedad, en sus miserias humanas y yo creo que es porque el poeta como paradigma, en el mayor de sus niveles, no es solo el poeta que escribe, sino el poeta que se preocupa por descubrir una dimensión en cada circunstancia; es algo que hace que la poesía trascienda.

“Yo siempre digo una máxima, y no es mía, sino que yo la he traducido para mí, que “la poesía es cualquier cosa, siempre y cuando alcance la dimensión necesaria para que trascienda en nuestras vidas”.  Y Milanés siempre estuvo buscando esa dimensión de la realidad, y esa dimensión de la realidad no estaba nada más en la alta cultura, sino en los barrios marginales, en el mendigo; incluso cuando lees De codos en el puente, que es un poema tan sublime, ahí está la marginalidad presente. Y es por eso, porque el poeta siempre cava en lo profundo, va a los infiernos, no solo se conforma con el cielo. El poeta piensa, de una manera metafórica, que es necesario que el hombre también conozca el infierno para conocer la verdadera dimensión de la vida. Milanés miró hacia arriba, pero también miró hacia abajo”.

No eres de Matanzas, pero en tu obra se siente a Matanzas…

“Yo vine para Matanzas en 1995, así que llevo aquí casi 20 años. En la pelota por ejemplo, yo le voy a Villa Clara, pero no puedo ir en contra de Matanzas. Estoy muy contento con los resultados del equipo matancero. Matanzas es una ciudad a la que le agradezco mucho, y cuando uno le agradece mucho a un lugar debe responder a ese agradecimiento con lealtad, con fidelidad, con sinceridad. Es una ciudad a la que le agradezco mucho como ser humano y como poeta.

Matanzas es conocida como la Atenas de Cuba, entre otras cosas por sus poetas. ¿Cuál es tu apreciación sobre lo que sucede hoy con la poesía aquí?

“Yo creo que la poesía en Matanzas está en un excelente momento. Cuando yo llegué hace casi 20 años estaba en un buen momento. Pero entonces, sobre todo en la poesía de la ciudad (no tanto en la de la provincia) se respiraba una especia de discurso homogéneo. Aunque los poetas podían distinguirse desde su autenticidad, no significa que no fueran auténticos, sí había un discurso homogéneo. Hoy es mucho más heterogéneo y además ha aumentado el número de poetas. Cuando llegué a Matanzas los poetas de mi generación éramos pocos. Incluso alguien nos llamó la generación de los invisibles. No quiere decir que no hubiera calidad. Hoy se ha mantenido la calidad, pero ha aumentado el número y la diversidad. Hay muchos más discursos. Hay jóvenes que están proponiendo otros discursos y otras maneras de hacer la poesía, incluso defendiendo la matanceridad desde otra óptica, porque quizás el discurso matancero apelaba en otras épocas a una tradición que tenía que ver con el espíritu de la ciudad y a una tradición un poco simbolista, parnasiana, afrancesada. Sin embargo hoy hay mucha más interpretaciones de la cultura universal que se ponen de manifiesto en la poesía matancera”.

Decías que Andamios forma parte del libro en preparación Dos bicicletas y una mujer. ¿Qué tiene que ver el andamio con la bicicleta?

“Dos bicicletas y una mujer es un libro que tiene que ver con el símbolo de la bicicleta. En esto de andamios está la bicicleta. Pero Andamios en realidad tiene el referente de la obra Por Gusto, del grupo teatral El Portazo, escrita por Pedro Armando Franco. Ellos en la puesta en escena usan un andamio y eso está en el poema, el andamio con las ruedas que va moviendo a los actores. Andamios es un canto a la marginalidad, a la violencia; desde la crítica pero también desde la observación de cómo la cultura y la ciudad ha ido cambiando. Y en ese sentido lo mismo aprecio que critico aquello marginal de lo que nos estamos nutriendo, porque no todo lo marginal es malo; hay cosas en los marginal que son interesantes. Por ejemplo, ahí está la rumba, que es un fenómeno cultural que no podemos eludir y es marginal”.

Andamios es también un símbolo…

“Andamios en el poema es una especie de símbolo que tiene que ver con el movimiento, con esas fiestas citadinas, que van de casa en casa, de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad. Es también la ciudad que se mueve, es lo que nos permite irnos moviendo para ubicar cada escena, cada locación. Andamios es como la otra parte de cada ser humano, en la cual estamos interpretando un personaje y debemos en ocasiones bajarnos de ese andamio y calar más en nuestra espiritualidad, en nuestros sentimientos, despojarnos de las miserias humanas, de las oscuridades”.

Israel, ¿podrías subirte nuevamente al andamio, echarlo a rodar y leernos tu poema?

Con voz pausada y ritmo de poeta acostumbrado a leer en público,  Israel Domínguez recita Andamios, un poema que sin dudas, como sucedió con la poesía de José Jacinto Milanés, tiene el espíritu de Matanzas.

ANDAMIOS

Fiesta donde hay una piscina
y alrededor de la piscina
el desbordamiento de una noche de verano.
“Locomoción”, anunciaba un altavoz por el oriente del país:
fiesta con piernas, hormiguero o ciempiés, hacia otra fiesta,
con neumáticos que la hacen girar y la trasladan de casa en casa,
de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad.

Un andamio con ruedas en una obra teatral.
Los actores lo mueven por el escenario.
En cada escena, un lugar imaginado en una calle imaginaria.
El andamio se transforma
mientras las caras de la luz se confunden en la noche
y los cuerpos de la noche se pierden en su propia oscuridad.
Un hombre con la cara del día y el cuerpo de la noche.
La cara del día acaricia y maltrata a una mujer,
el cuerpo de la noche acaricia y maltrata a un hombre.
A la mujer le gustan dos: el que la ama con violencia
y el profesor que la besa con ternura.
Y al profesor le gustan tres: la que se acuesta con la cara del día
y las que se desnudan en el desbordamiento de una noche de verano.
Un andamio atraviesa ruinas y solares.
Los actores suben y se convierten en las caras de la luz
y los cuerpos de la noche.    
Bajan brindando con la espuma de la cerveza batuqueada.

Una fiesta- andamio teatral.
El rentador propone bicicletas.
“No para viajar hacia la fiesta”, dice,
“sino para que en la fiesta nos alejemos
del lado oscuro de nuestros personajes”.
El DJ cambia de tema y dice:
“Bajen del andamio y olviden sus conflictos”.
El rentador cambia de tema y dice:
“Bajen del andamio y pedaleen”.
Pero hay quien baja del andamio y no pedalea,
hay quien entra a la noche con un cuchillo en la frente.

El cuchillo penetra las gomas y las cámaras,
la sangre corre hacia la piscina,
el agua se tiñe de rojo,
el DJ, el rentador y los actores se tiñen de rojo,
de rojo se tiñen las muchachas desnudas que se besan.
Y al borde de la piscina, ahogado en su propia oscuridad,
yace el esplendor de una noche de verano.


Notas al pie:

En el Concurso Debate extraordinario por el bicentenario del poeta José Jacinto Milanés, también se entregaron menciones a obras de Yanira Marimón, Abel González Fagundo y Richard Valle. El jurado, presidido por Luis Lorente e integrado por Rosario Guerra y Christian Frías, concedió un reconocimiento a Maylan Álvarez.

Israel Domínguez. Poeta, traductor y editor. Considerado una de las voces más representativas de su generación. Su obra poética, galardonada en numerosos concursos literarios de la isla, es una interesante y enriquecedora reflexión sobre las realidades y problemáticas del hombre y su mundo.

1 comentario:

  1. Un artículo precioso y que me ha hecho emocionarme al recordar un compañero que murió al caerse de un andamio mientras trabaja con él, nunca te olvidaré Alfonso, descansa en paz

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