Cándido tenía 74 años y fue periodista toda su vida.
Falleció de una bronconeumonía, al lado de sus seres queridos. Sería absurdo
repetir el lugar común "falleció tras una larga y penosa enfermedad".
Cándido mismo no lo permitiría; una noticia sin sus elementos principales no es
noticia.
Cuando me gradué de periodismo y vine a trabajar al
periódico Girón, Cándido era el jefe de la corresponsalía de la Agencia de Información
Nacional en Matanzas. Nunca tuve tanta cercanía con él, a no ser la de
coincidir en coberturas o llamarnos de vez en cuando para confirmar detalles de
una información. Alguna que otra vez salí a trabajar con él en el Niva de la AIN, cuando esa y otras formas
de colaboración eran una práctica más común en los medios matanceros.
Pero entre los dos había empatía, solo por ser periodistas y
andar más o menos por la misma cuerda. Siempre lo admiré, y eso bastaba.
Cándido era el prototipo clásico del periodista: vestía de
forma desenfadada, no le importaban mucho los detalles, llegaba tarde a las
coberturas, podía ser burlón e irónico, enemigo de la mediocridad y con un
olfato especial para la noticia.
Era capaz, como algún otro colega sagaz que aún está entre
nosotros, de escribir la mejor de las informaciones sin haber estado en el
lugar de los hechos, con solo levantar el teléfono e indagar por lo principal.
Y uno se preguntaba luego, cómo coño su noticia era mejor si él no estaba ahí.
Entonces no comprendía, pero hoy sé que es una mezcla de habilidad y
experiencia, que aún no alcanzo y tal vez nunca lo haga.
Luego, cuando “por cosas del Orinoco” me fui a trabajar a
Radio 26, veía a Candito a menudo. A cada rato llamaba para dejar una
información, que casi siempre era titular, o venía a grabarla en persona. No es
un criterio especializado, pero Cándido tenía una hermosa voz radial. Luego
empezó a cojear y le costaba subir las escaleras de la emisora, pero aún si lo
hacía. Hasta que llegó la operación de la cadera y luego...
Candito le decíamos todos en el gremio... Candito llevaba
años alejado de los medios. La culpa, por supuesto, del alzheimer. Su hija,
periodista como él, dejó de trabajar para cuidarlo. Algunos amigos fieles
siguieron yéndolo a ver aunque él ya no los conocía.
Muchos otros, enlodados en la rutina diaria, dejamos de
preguntar por Cándido. Las últimas veces que lo vi sentí mucha pena. Aunque ya
no estaba tan bien, iba a esperar a la calzada de Peñas Altas, a metros de su
casa, a Raquel, su esposa, que regresaba de trabajar en Varadero. Después dejé
de verlo, solo sabía que se iba deteriorando con el tiempo.
En el 2011 Cándido ganó el Premio provincial de periodismo
Bonifacio Byrne por la Obra
de la Vida. Su
hija Sahilí lo acompañó ese día. Recuerdo que Marta Fernández le preguntó sobre
el premio e hilvanó con alguna coherencia unas palabras de agradecimiento.
Luego nos olvidamos un poco de Cándido., porque preguntar
cómo está no es ocuparse de él...
En el entierro de Candito este 15 de octubre estábamos
apenas 7 u 8 periodistas matanceros. Su hija, en un arrebato de amor y con una
entereza que pocas veces he visto, pidió recordarlo con alegría... Y así lo
recordaremos. “Mi papá fue un hombre que se realizó en todos lo aspectos de su
vida”, dijo ella con toda la razón del mundo. Es verdad, Cándido tuvo una buena
vida.
Pero su enfermedad y su muerte, y lo que hicimos el resto de
los periodistas con ellas, me estremecen. Y no solo por Cándido, sino por todos
los que venimos atrás, por los periodistas que como él están viejos y pocos se
acuerdan de ellos. ¿Así debemos terminar? ¿Es ese el pago por los años de
trabajo? ¿Cómo vamos a escribir la historia del periodismo si dejamos que
mueran sin haber escrito lo que hicieron? ¿Qué nos está pasando?
Yo me siento muy mal cuando muere alguien que merece más
reconocimiento y no lo tiene. Podríamos argumentar que nadie le puede quitar la
bailao, y que la vida y la historia se encargan de poner al final a cada uno en
su lugar. Pero qué hermoso sería si no dejáramos sola a la vida, y sus
compañeros nos encargáramos también de hacerlo.
Candito falleció cuando la Unión de Periodistas de Cuba en Matanzas está en
un proceso de “fortalecimiento”… Creo que una manera de fortalecernos como gremio
sería reconociendo, reverenciando, respetando y ocupándonos más de quienes han
labrado el periodismo matancero antes que nosotros.
Es solo una reflexión. No quiero pensar que estamos
perdiendo humanidad o que somos menos sensibles. Vamos a echarle la culpa a los
apremios.
Yo, por lo menos, no pienso esperar a que muera otro
periodista para ocuparme de él. Tal vez no llevándole comida, que también hace falta… Hay muchas
maneras de ocuparse. Yo lo haré a mi forma con lo que tengo a la mano,
sembrando en mis muchachos de primer año de la carrera de periodismo el amor y
el respeto por ellos, por los viejos...
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