Hace 10 años, el primero de mayo de 2000, Fidel resumió en apenas un párrafo lo que para él significaba Revolución. Palabras sabias que por repetidas a veces no interpretamos.
Quedó así para la historia desde ese día lo que conocemos los cubanos como “el concepto de Revolución”, una genial síntesis de algo tan grande que parecía imposible extractar de esa manera.
Decía Fidel: “Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo.” Sentido del momento histórico es en buen cubano, poner los pies sobre la tierra y vivir a tono con los tiempos, es tener la percepción exacta de lo que se necesita hacer en cada momento, de lo que es urgente y necesario.
Cambiar todo lo que debe ser cambiado expresa que solo a partir de la rectificación diaria, de la capacidad para comprender los errores y superarlos, podremos mantener la patria independiente que tenemos hoy.
Pero Revolución es además igualdad y libertad plenas, algo de lo que los cubanos disfrutamos y luchamos todos los días por mejorar. Es también ser tratado y tratar a los demás como seres humanos, una sentencia tan clara como el agua, y que remite al carácter humanista de la Revolución.
Es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos, que alude a nuestra independencia, y a la necesidad de crecer con nuestros propios recursos, sin depender de otros países o potencias.
Revolución es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional, algo que hemos practicado desde el mismo triunfo del primero de enero de 1959 hasta ahora, con la amenaza constante del imperio yanqui, ahora con sus aliados europeos.
Es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; como se ha hecho siempre lo mismo en el ámbito nacional que el internacional, en sesiones de organismos como las Naciones Unidas, o tomando posición ante conflictos bélicos, siempre en defensa del más débil.
Revolución, es sin dudas, modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; valores intrínsecos de un revolucionario. Es luchar con audacia, inteligencia y realismo; tal como lo ha sido desde el inicio de nuestras guerras por la independencia en octubre de 1868.
Pero Revolución es además, según Fidel, no mentir jamás ni violar principios éticos, requisito indispensable para construir una patria con todos y para el bien de todos, como quería Martí.
Revolución es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Una verdad como un templo, que bien nos viene repasar en estos días en que toma fuerza la campaña mediática contra Cuba.
Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo, concluía Fidel su concepto.
Y eso es la Revolución cubana. Una revolución con sentido del momento histórico, unida, independiente, que lucha por la justicia mundial, con una fuerte vocación humanista, solidaria y socialista, que siempre tendrá que volver a ese concepto donde tan bien quedara definida y que ya tiene una década.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor... comentarios maduros, inteligentes y respetuosos...