Dicen que si uno se moja en el primer aguacero de mayo tendrá suerte todo el año, pero cada vez esa esperada lluvia se demora más y es menos torrencial.
Los primeros días del quinto mes de 2010 han sido extremadamente calurosos y muy húmedos, al punto que parece que uno se va ahogar. Permanecer todo el día bajo una ducha, en una piscina, el río o en la playa son los deseos más primarios de cualquiera.
A no ser por unos aguaceritos a finales de abril, poco ha llovido en Matanzas, y en Cuba este año. La tierra padece sed y los humanos sufrimos las consecuencias con la escasez de agua, y todo lo que esto significa para la producción de alimentos, de leche y de carne.
La sequía es evidente por todas partes. Sin salir a los campos, que lucen un amarillo extraño para la primavera y un polvo que se respira con solo pasar, en nuestras propias casas, patios o jardines las plantas ornamentales sufren los avatares del clima.
Lo peor es que el Centro del Clima del Instituto de Meteorología de Cuba advirtió que esta sequía “puede agravarse”, lo cual se corresponde con la sostenida tendencia al incremento de la influencia anticiclónica en toda el área del Caribe y Centroamérica.
Esta situación, explican, causa “un acentuado descenso del aire desde los niveles superiores de la atmósfera, y ello suele propiciar un escenario desfavorable para los procesos de lluvia al limitar el desarrollo de grandes agrupaciones nubosas”.
En los últimos 40 años las sequías en Cuba muestran “un aumento de su frecuencia e intensidad, además de abarcar extensiones territoriales más amplias”.
No obstante la seca actual no llega a la ocurrida entre 2004 y 2005, la peor en el país desde 1901, cuando la falta de lluvias afectó a 2 millones de personas en 900 localidades.
Por si fuera poco, el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos comunicó que hasta mediados de abril y a nivel nacional los embalses hidráulicos almacenaban 44,3 por ciento de la capacidad total, inferior al promedio histórico para la fecha.
Mientras los cubanos esperamos por ese primer aguacero de mayo, que más que para refrescarnos y darnos suerte, debe abrir la brecha para que comience a llover en Cuba y podamos por lo menos esta vez, salir airosos de la sequía.
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