Por si el mundo se acaba en 2012

Ya sé que es poco probable que el mundo se acabe en 2012. Que antes de cumplirse las profecías mayas, se cumplirían las de la propia destrucción humana con una simple explosión nuclear… Pero aún así, por si las moscas, este año me voy a esforzar.

Este año me prometo a mí misma ser una mejor madre. Dedicarle más tiempo a mi hijo, llevarlo más días a la escuela, sentarme a jugar con él, y cumplirle su sueño de ser un hermano mayor. (Eso sí por fin termino de arreglar la casa, y los 33 no me sorprenden demasiado cansada y achacosa. Dos cosas que me esforzaré porque no entorpezcan mis planes).

Este año voy a ubicarme más en hacer lo que me gusta. Comenzaré a escribir algo que no sea periodismo: un cuento, una novela, un poema, aunque no me sirvan más que para desahogarme, como antes. Y me prometo leer más y ver menos televisión, y programitas de basura, de esos que me entretienen cuando estoy muy cansada de todo.

Este año voy a ser mejor amiga. No esperaré a que me llamen, sino que los llamaré yo. Trataré de que la distancia y el tiempo no me alejen más de mis buenos amigos, de los que permanecen cerca y de los que están regados por el mundo.

Este año voy a seguir pensando que mi familia es lo primero… y voy a seguir yendo a ver todas las veces que pueda a mis abuelos aunque Colón este lejos. Porque ellos me criaron y porque no sé cuánto tiempo les pueda quedar.

Este 2011 me prometo madurar, pero no tanto como para perder completamente la locura y volverme una persona cuerda, total y peligrosamente cuerda.

Este año voy a salir todas las veces que pueda a divertirme, y voy a celebrar cada fecha importante y a tomar bastante vino tinto. Por cualquier motivo haré una fiesta, porque las fiestas unen y despejan.

Este año voy a hacer más el amor, aunque esté cansada, porque esa es una manera de descansar, de desahogar y de liberar tensiones. Y porque no hay nada mejor en el mundo después del amor, que hacerlo.

Este año trataré de hacer feliz a quienes me rodean. Seré más positiva y menos impulsiva. Regañaré menos, y seré menos obsesiva con el orden y la limpieza. Me esforzaré por aprender a delegar en otros mis responsabilidades y a confiar más en las personas.

Pero no haré dietas, ni bajaré de peso. Seguiré comiendo lo que me gusta y cuando me guste, con cordura, pero libremente. Igual, prometo no hacerme esclava de peluqueras ni manicuras. Y no maquillarme más de lo que lo hago hasta ahora.

Prometo reírme más que en estos últimos años, aun cuando me arrugue. Aprenderé de memoria más cuentos de relajo, de esos que sabía por centenas en mi adolescencia. Y me reiré a carcajadas, aunque sea de mala educación.  

Si puedo, me superaré un poco, porque son cosas que hacen falta en mi profesión. Y si sigo de profesora, trataré de ser mejor, de encontrar justo lo que los alumnos necesitan saber, aunque no esté en el plan de estudios.

De vez en cuando trataré de jugar. Cualquier cosa: voleibol, ajedrez, dominó, cartas, damas, cubiletes… Haré un poco de locuras, de esas que ya casi olvidé y seguiré siendo irreverente con la vida.

Así, si el mundo se acaba, al menos habré adelantado un poco las cosas que me quedaban pendientes, habré sido más yo, habré dicho más te quiero a las personas que amo, habré sido más libre.

Si al menos logro la mitad de las cosas que quiero, bastará para no tener de qué arrepentirme. Si es que el mundo se acaba en 2012, algo que espero no suceda.


Posdata: En definitiva vivimos especulando cuándo se acabará el mundo, y no entendemos que nuestro mundo acaba el día que morimos y ese puede ser cualquiera.