En Cuba decimos que alguien es el ombligo del mundo cuando es egocéntrico. O cuando más allá de sus creencias personales, en realidad es muy importante para mucha gente. De acuerdo a esto y por ambas razones, Estados Unidos es el ombligo del mundo.
Meterse con Estados Unidos puede costar caro, tal como lo está comprobando el editor del sitio digital Wikileaks, Julian Assange, quien se ha clavado como espina en el ombligo del ombligo del mundo.
Esto tras las revelaciones realizadas por su página Wikileaks, donde se publicaron documentos secretos de la diplomacia norteamericana. Por eso el imperio más grande que ha existido jamás en la historia, ha iniciado la caza despiadada de Assange, un hombre que aún y a pesar de todo cree en la libertad de prensa y expresión.
A Estados Unidos les molesta la intromisión y la vulnerabilidad. No les gusta ser expuestos, porque ellos son siempre los que exponen. Y aunque los documentos vengan solo a probar lo que todos saben, son una muestra desgarradora de cuánto poder tiene el imperio y cuánto influye en los gobiernos de todo el mundo.
Por eso, de símbolo de la libertad, los Estados Unidos han convertido a Assange en violador y terrorista. Aunque solo lo hayan acusado formalmente del primero de los cargos en Suecia, adonde llegará si la justicia británica decide su extradición.
Assange está preso porque soñó con un mundo donde la información no fuera secuestrada por nadie, donde los gobiernos tuvieran que rendir cuentas de su gestión y donde los militares no pudieran cometer atrocidades impunemente.
Estados Unidos muestra una vez su doble moral, porque la libertad de expresión que les exigen a otros no funciona para ellos. Dicen que todo no se le puede dar a la opinión pública, y en eso tienen razón hasta cierto punto.
Pero cuando esos secretos son muchos, cuando guardan demasiados horrores y cuando involucran la estabilidad de otros países, entonces no forman parte de una estrategia de seguridad nacional, sino de una política hipócrita y manipuladora.
Wikileaks, que empezó como un proyecto para revelar informaciones de los gobiernos totalitaristas, terminó apuntando al peor de todos. Un estado que aunque se dice y parece democrático, es en verdad el que más inmundicia guarda.
Julian Assange y Wikileaks jugaron con candela y se están quemando. Estados Unidos no cree en espinas, se las saca con tremenda facilidad. No por gusto ellos son, el ombligo del mundo.
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Julian Assange arriba a la corte en Londres
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