Recién televisado y publicado en Internet el documental Verdades y Principios, llegan muchas y variadas lecturas sobre el tema, que van desde que Cuba manipula la información para justificar el poco acceso a Internet de la población cubana, como que es otro intento de desviar la atención de la opinión pública.
El documental, de buena factura, que denota amplia investigación y mejor preparación, tiene por supuesto intenciones. Pero la primera y más evidente es dejar claro que Cuba tiene derecho a controlar sus telecomunicaciones, y que nadie puede, a nombre de ninguna falsa idea de libertad o democracia, violar sus normas.
Para la realización de este nuevo capítulo de Las Razones de Cuba se descubre otro agente de la Seguridad del Estado Cubano, esta vez un joven ingeniero en telecomunicaciones, Dalexis González (Raúl).
El joven, quien fuera contactado para establecer redes clandestinas y conexiones ilegales a Internet, es una muestra de que la juventud cubana, a pesar de sus necesidades materiales, tiene claro los límites entre "buscarse la vida" y conspirar contra su propio país. Una evidencia de que engañarlos no es tan fácil como podría parecer.
El joven cuenta con desenfado cómo lo que al principio le pareció una ayuda de un amigo que vivía en España, terminó por convertirse en una sucia maraña. Así fue que se convirtió en Alejandro para los “solidarios extranjeros” y en Raúl para la seguridad cubana.
La persona que le recomendó su amigo, y con quien contactó en La Habana, no era otro que Robert Guerra, el actual jefe del plan de agresión cibernética de Freedom House, la misma organización de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) que desde hace varias décadas encubre operaciones de inteligencia contra Cuba, con financiamiento de la USAID. Un plan creado por el Centro para una Cuba Libre (Center for a Free Cuba), del agente de la CIA, Frank Calzón.
El sujeto no era un benefactor desinteresado, sino un instrumento en la estrategia que intenta minar desde adentro a la revolución. La intención de su red no era ayudar a ciudadanos cubanos a tener conexión, sino crear ruido con las mentiras que se difunden sobre Cuba.
Esto, como se dice en el documental “no es algo inventado por un novato. Es un
modo de hacer escrupulosamente estudiado por los servicios de inteligencia estadounidenses”. Es una nueva modalidad de guerra que ya ha sido probada, la cibernética.
En Cuba, es cierto, la conexión a Internet es pobre. Pero no por voluntad del gobierno que pretende mantener aislado al pueblo cubano del desarrollo de las nuevas tecnologías, sino por problemas económicos, agravados por el bloqueo que por más de 50 años impone Estados Unidos a Cuba, bajo el disfraz de querer “el bien de la isla”.
En el documental se expone, con datos abundantes, todo cuando se hace por avanzar en las nuevas tecnologías, mientras llega la posibilidad de conexión sin condiciones, libremente y según las propias normas cubanas. Es algo que está previsto para 2012, cuando se terminen las inversiones de la conexión al cable submarino venezolano.
Cuba, como cualquier nación del mundo, tiene derecho a defender sus intereses y su soberanía. Y también tiene derecho a darle a la opinión pública su versión particular de los hechos. Ahora se van poniendo las acrtas sobre la mesa; siempre con la duda o el silencio de los medios poderosos.
Por supuesto, a nivel internacional solo repercutirán los detalles amarillistas: "el destape del nuevo agente", "en Cuba no hay Internet", "a la disidencia cubana no le permiten tener acceso a medio sofisticados", "todos están vigilados", "cualquiera puede ser agente"...
Ya estamos acostumbrados. Sin embargo para los cubanos es otra razón para ser más antiimperialistas. Es otra prueba más de lo alertas que debemos estar ante los intentos de Estados Unidos por derrocar al gobierno socialista cubano, que ha sobrevivido increíblemente en sus marices por casi 52 años.
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Adjunto que explica el derecho de Cuba a defender sus telecomunicaciones
- CUBA NO ESTÁ EN CONTRA DE LA TECNOLOGÍA (Tomado de un Capítulo de Operación Surf)
Cuba no está en contra del uso de la tecnología, al contrario. El mundo se mueve a velocidad vertiginosa en esta esfera, pero se requiere orden, control. Montar estaciones de satélite, necesita licencia, explica el ingeniero Carlos Martínez, director general de la Agencia de Control y Supervisión (ACS) del Ministerio de la Informática y las Comunicaciones (MIC).
No se trata de una exclusividad de Cuba. Es algo que está estipulado de manera internacional. Firmada por 189 naciones, la Constitución de la Unión Internacional de Telecomunicaciones es el texto que funge como órgano especializado de
la Organización de Naciones Unidas vinculado al tema. Y reconoce en toda su plenitud el derecho soberano de los estados a reglamentar esta rama.
Por ejemplo, hay países que cobran el servicio de televisión que nosotros brindamos gratis a nuestro pueblo. Hay otros que aplican un impuesto, es su derecho. «Aquí está reglamentado que todos los servicios espaciales llevan licencia», explica Martínez.
Es por eso que la ACS lleva a cabo un trabajo muy serio de detección de estaciones ilegales. En Cuba, el uso del espectro radioeléctrico está legislado
por el decreto 135 de 1986.
Pero, específicamente, en relación con los servicios espaciales se emitió el decreto 269 del año 2000, vinculado a las estaciones con acceso a satélites artificiales de la Tierra que «traten de transmisión hacia esos satélites, de recepción, o las dos cosas y en cualquier banda de frecuencia que se empleen».
En el mismo —comenta el funcionario— se norma la obligatoriedad de obtener un permiso que emite la ACS, de acuerdo a determinadas reglas técnicas.
Cuba cuenta con medios técnicos modernos para el enfrentamiento a cualquier tipo de ilegalidad referida al uso de su espacio radioeléctrico.
Es una tecnología cara, pero el país ha tenido la necesidad de adquirirla, lo que unido, entre otras medidas, a un cuerpo estatal de inspectores, cierran el círculo a las violaciones.
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