Cuando moría un día como hoy del año 1943 asesinado por los nazis, el periodista checo Julius Fucik lanzaba un mensaje que recobra vigencia: ¡Hombres, estén alertas!
Julius Fucik había nacido el 23 de enero de 1903 en Checoslovaquia. Tras estudiar filosofía, en 1921 ingresó en el Partido Comunista e inició su labor de crítico literario y teatral.
En los años de ocupación de Checoslovaquia por Hitler publicó bajo seudónimo ensayos sobre las figuras más representativas de la cultura democrática checoslovaca.
Por sus actividades Fucik fue detenido en abril de 1942. En el verano de 1943 fue trasladado por la Gestapo a Berlín y fue ejecutado el 8 de septiembre de 1943.
Durante su encierro el periodista checo escribió una obra magistral de denuncia contra los crímenes que cometió el nazismo, y que es a la vez un canto a la libertad y a la paz.
El libro saldría de la cárcel página por página y rescatado luego por su esposa fue publicado para revelar al mundo los horrores de los campos de concentración Nazis.
Bajo el título Reportaje al pie de la horca fue publicado en 1945. Fue traducido a ochenta idiomas, y gracias a este testimonio, en 1950, a título póstumo, Fucik recibió el Premio Internacional de la Paz.
Para recordar a Fucik y que no muera su mensaje, cada 8 de septiembre se celebra el Día Internacional del Periodista, y su libro es referencia obligada para todos los estudiantes de periodismo del mundo.
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- Introducción a Reportaje al pie de la horca:
En el campo de concentración de Ravensbrück supe —me lo dijeron mis compañeros de prisión— que mi marido, Julius Fucík, redactor de Rudé Právo y de Tvorba, había sido condenado a muerte el 25 de agosto de 1943 por un tribunal nazi en Berlín.
Mis intentos de averiguar algo más sobre su suerte posterior se estrellaron contra los altos muros del campo.
Después de la derrota de la Alemania hitleriana, en mayo de 1945, los detenidos que los fascistas no habían tenido tiempo de asesinar fueron liberados de cárceles y campos de concentración. Yo tuve la fortuna de hallarme entre ellos.
Al volver a mi patria liberada, busqué y rebusqué las huellas de mi marido. Hice lo que hicieron millares y millares de personas que también buscaron –y muchas aún siguen buscando a sus maridos, a sus mujeres, a sus hijos, a sus padres y madres deportados por los ocupantes alemanes y arrastrados a alguna de sus innumerables cámaras de tortura.
Me enteré de que Julius Fucik había sido ejecutado en Berlín el día 8 de septiembre de 1943, quince días después de su condena.
También supe que Julius Fucik había escrito algo mientras estuvo en la cárcel de Pankrác. Fue el guardián A. Kolínský quien procuró los medios para hacerlo, llevándole a la celda papel y lápiz y sacando clandestinamente de la cárcel las hojas manuscritas.
He tenido una entrevista con el guardián. Y poco a poco he podido ir recogiendo el material escrito por Julius Fucik en la cárcel de Pankrác. Reuní las hojas numeradas, escondidas por varias personas en diferentes lugares, y se las presento al lector. Es la última obra de Julius Fucik.
GUSTA FUCÍKOVÁ
Praga, septiembre de 1945.
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