Y no saben cuánto me alegra que haya dejado el fútbol (estaba en un área especial) y que ahora quiera entrenar béisbol. Claro, que César siempre exagera. Ahora solo juega pelota: en la calle, en el parque y en la computadora.
Cada dos minutos saca el tema de la pelota, no se acuesta hasta que no se acaban los juegos y tiene una carpeta con los staffs de todos los equipos cubanos. Además le ha dado por coleccionar estadísticas. De esta sí creo que se me vuelve loco.
En fin, aquí están sus dibujos y mi refrigerador pelotero. Ah, ya el da a Matanzas por campeón, por eso el traje con estrellas y la corona del Cocodrilo.
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