Mientras escribo estas líneas tengo a Gabriel García Márquez a la vista. Volteo a la derecha y su nombre resalta en los lomos de varios libros: "El amor en los tiempos del cólera", “Todos los cuentos de Gabriel García Márquez”, "Vivir para contarla", “El otoño del patriarca”, "Del amor y otros demonios"...
Un poco más allá está una edición nueva de "Cien años de Soledad". La compré para leerla de nuevo y siempre lo estoy posponiendo para cuando pueda saborearla de verdad. Es que hace falta tiempo para entrar a Macondo y descubrir cuánta magia y compañía pueden haber en el olvido.
Me volteo y Gabriel García Márquez está en mi cuarto. ¿Por qué siguen repitiendo que murió?
Quizás se fue a pedazos y no me di cuenta. Me faltan en el librero "El General en su Laberinto", que Yanila, una amiga de la Vocacional y de la Universidad de La Habana, nunca me regresó. Tampoco está "Crónica de una muerte anunciada", el primer librito que leí del Gabo cuando apenas empezaba en la secundaria.
Leí "Crónica de una muerte anunciada" como cuatro veces en una misma semana; quería quedarme con la esencia de esa narrativa intensa, profunda y atrayente. Pasados más de 20 años, y tras haber leído mucho más de su literatura, sigo pensando que es de sus mejores obras.
Tampoco tengo ya "Noticia de un Secuestro", un volumen que alguien me secuestró impunemente. Aún siento la pérdida del libro firmado por la protagonista de la historia y su esposo, quienes vinieron a una Feria del Libro de La Habana hace más de 15 años, cuando las ferias eran aún en Pabexpo.
Fue Luis Raúl Vázquez quien me arrastró hasta allá para asistir a la presentación del gran reportaje que es "Noticia de un Secuestro". Este es el periodismo que tenemos que hacer nosotros, debimos haber comentando mientras hacíamos la cola para el autógrafo.
Dicen que Gabriel García Márquez ha muerto. No estaba en casa cuando lo supe, y lloré. Lloré como si hubiera muerto alguien de mi familia.
Las lágrimas no se equivocan. El Gabo era mi familia. Por esa cualidad intrínseca de escritor universal, por esa capacidad para colarse en todos lados, el Gabo vivía en mi cuarto desde que yo era una chiquilla.
Cuando estudiaba periodismo, mi profe JO nos llevaba las crónicas de El Gabo, escritas años antes en Juventud Rebelde, solo para compartirlas; y yo soñaba con escribir como él.
Las últimas cosas que leí de Gabriel García Márquez fueron "Historia de mis putas tristes" y "Vivir para contarla". Con la primera me divertí mucho; la segunda me dejó con ganas de saber más de la parte madura de su vida. Es, creo, una autobiografía trunca, un poco desbalanceada...
Pero "Vivir para contarla" me había dejado con ganas desde que leyera el primer capítulo en una edición de El País, de España; un periódico que JO se había agenciado no sé cómo y nos prestó a algunos de sus alumnos. "Vivir para contarla" me costó 4 cuc (cien pesos cubanos) y es el único libro que he comparado en cuc para mí.
Mirando atrás, Gabriel García Márquez es el único escritor que me acompañó en todas las etapas de mi vida hasta hoy, a pesar de las críticas de algunos amigos "eruditos literarios" que me pedían evolucionar.
Aún sigo soñando con escribir como él, con lograr crónicas tan aparentemente simples, pero tan profundas, como las que escribió en el diario de la juventud cubana; aún sigo soñando con hacer esa gran investigación que termine en un gran reportaje a lo "garciamarquiano".
Gabriel García Márquez dio la mejor definición de periodismo cuando dijo que era "el mejor oficio del mundo"; y cada vez que mis piernas flaquean pienso en él y en esa frase que encierra la verdad del periodismo, una profesión que se aprende en la práctica y no en la academia, y es una mezcla de amor y sacrificio.
Dicen que murió García Márquez. Pero volteo y está ahí. Tomo un libro en mis manos, en la contraportada aparece su rostro bigotudo y sonriente. ¿Quién dijo que ha muerto? Gabriel García Márquez está en mi casa, y lo estará para mi hijo, y para los hijos de mi hijo...
Busquen bien, Gabriel García Márquez está por todas partes. ¿Quién dijo que ha muerto?
Ojalá encuentren aquí un pedazo de Cuba, de su alma y de su gente... un poco de Matanzas, y un poco de mí
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El gabo también esta en mi casa y en la casaa de mucha gente
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