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lunes, 19 de mayo de 2014

Ciro Bianchi: “no escribo ficción porque la realidad tiene bastante”

Ciro Bianchi Ross no tiene buena dicción. Habla enredado y entredientes. Seguramente si no fuera él, la comisión que evalúa a los locutores y hablantes en el Instituto Cubano de Radio y Televisión lo desaprobaría. ¡Pero que más da la dicción de Ciro Bianchi, si sus historias nos dejan embobados!

Cuando escuchaba a Bianchi Ross, con bastante dificultad, el último viernes de abril, en la casona de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) en Matanzas, adonde fue invitado por el también periodista Fernando Rodríguez Sosa, en la primera edición de su renacido espacio Confesiones entre Puentes, me decía, ¡coño, qué pena que Bianchi Ros no tenga la voz más clara!

Como llegué un poco tarde y asistió bastante público (el habitual al anterior espacio Invitación entre Puentes, que Rodríguez Sosa mantuvo por 15 años en el Museo Palacio de Junco) me tocó sentarme detrás. El audio y la incomodidad de la sala interior de la UNEAC impidieron crear un clima más confidencial en el encuentro, y las palabras de Ciro apenas se escuchaban. Esforzándome al máximo logré captar la esencia de sus palabras.

El espacio renovado avanzaba. Fernando Rodríguez Sosa, con su calidez y maestría habituales, llevaba a los dos invitados, a Ciro y al Historiador de la Ciudad de Matanzas y médico forense, Ercilio Vento Canosa, por los vericuetos de cómo llegaron a la historia y entre col y col anunciaba las nuevas secciones, y sendos libros históricos de ambos autores.

Las voces de Fernando y de Ercilio, nítidas, perfectas; pero yo empecinada en escuchar al experimentado, que no viejo, periodista regordete; a llenarme un poco de su energía, de su sapiencia.  Las historias de cómo Ercilio Vento llegó a la historia alcanzan para otro trabajo, este va de Ciro.

Cuando logré adaptarme al audio y al decir de Ciro Bianchi, ya había contado cómo comenzó su interés por la historia. Si acaso alcancé a comprender que fue ahondando en la historia de Quintín Banderas y todas las leyendas que se erigían alrededor de la figura del excepcional combatiente negro que peleó en nuestras guerras por la Independencia.

Luego lo alcancé en sus inicios en el periodismo a los 17 años, en el periódico El Mundo y después, su incorporación en 1972 a la revista Cuba Internacional. Pero enseguida cayó en Juventud Rebelde y en esas estampas que cada domingo entrega desde hace 12 años, para beneplácito de los amantes de esa otra historia más cercana a las leyendas.

Ciro habla como escribe, con naturalidad y sin muchos rodeos. Así confesó que la gente le dice que escribe demasiado en JR. “Pero yo no publico porque quiera”.

Y contó cómo llegó al diario de la juventud cubana. “Me llamaron para encargarme esa página, donde antes habían escrito Enrique Nuñez Rodríguez y Gabriel García Márquez. Yo les dije que no tenía computadora, que yo escribía en máquina de escribir. Me dijeron que no había problema, que alguien del periódico lo transcribiría. Ahí mismo les pregunté qué cuándo empezaba y me dijeron que para ese mismo domingo.

“Llevo 12 años. Nunca me han sugerido un tema y nunca me han cambiado una línea; una vez un título porque no cabía y llamaron para consultarme. En ese tiempo la sección ha dejado de salir tres veces, y ha sido por razones del periódico, nunca por mí”.

Ciro Bianchi contó que nunca acumula trabajos, que va escribiendo durante la semana. Y a propósito compartió una anécdota: “una vez me dio un infarto y me ingresaron. Me dijeron que si podía escribir y les dije que sí. Estando ingresado en cardiología, a dieta, escribí sobre los mejores lugares donde se comía en La Habana”.

“Nadie puede decir que a los jóvenes no les interesa la historia, eso depende de cómo se cuente”, dijo en otro momento. “Para mí la historia es un cuento. A veces yo digo que con tantos personajes, ¿por qué eso no se aprovecha?”.

Sobre la presentación de su libro Paseo por La Habana, de la editorial José Martí, Bianchi Ross dijo que su propósito es rescatar La Habana que se perdió, las posadas, el teatro Shangai, los restaurantes…

“Lo que para un historiador es una línea, para mí es un texto”, agregó, en alusión a su manera de recrear leyendas, de encontrar historias no contadas o testimonios de testigos anónimos.

En cuanto a su labor periodística, que no separa del oficio de historiar, expresó: “un periodista trabaja siempre”. Y mencionó sus colaboraciones con el propio Juventud Rebelde, Habana Radio, los programas en la Televisión Cubana y Prensa Latina.

Ante la pregunta de Fernando Rodríguez Sosa, de si nunca se le había ocurrido escribir un libro de ficción, respondió rápido y escuetamente: ¡la realidad tiene bastante!

¿Y tus memorias?, indagó el anfitrión de Confesiones entre Puentes. “Me interesa, lo que pasa es que no tengo tiempo”, contestó.

Entre las agradables sorpresas de la noche, se conoció que Ciro Bianchi fue seleccionado para recibir en noviembre próximo, durante el Festival de Narración Oral Palabras de Invierno, la condición de Artista de Mérito de la Oralidad, que otorga la cátedra de Narración Oral Dora Alonso, de Matanzas.

Ciro confesó no haber perdido su capacidad de asombro. “Tengo que emocionarme con lo que escribo. Yo me emociono aún como el primer día que vi publicado mi nombre en el periódico”.

Ciro Bianchi Ross, el periodista que narra historias de otra forma, no sabe cuánto me ayudó esa noche en Matanzas a confirmar la certeza de mi amor por el periodismo. Me sentí idetificada con sus ideas de escribir a última hora, de trabajar siempre y de no perder la capacidad de asombro. !Qué importaron entonces  su mala dicción, la voz entredientes y la estrechez de la sala!

Y tienes razón, Ciro Bianchi Ross, la realidad tiene bastante, solo que los periodistas no sabemos desentrañar siempre sus historias.

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