Ojalá encuentren aquí un pedazo de Cuba, de su alma y de su gente... un poco de Matanzas, y un poco de mí

lunes, 19 de marzo de 2018

A Mari, porque espantada de todo, me refugio en ti

La autora del blog con Maritza en camino al IX Congreso de la Upec en 2013
Esta crónica la escribió una alumna aventajada de Maritza Tejera, cronista por excelencia y, más que todo, un ser humano excepcional: Duni, la flaca... Fue su regalo el día que Maritza recibió el Premio provincial de Periodismo Bonifacio Byrne por la obra de la vida. 

Por: Dunielis Díaz Hernández

Si también alguien te dice que estas páginas se parecen a otras páginas, diles que sí. Que se parecen a las tuyas y las tuyas a las de Celestino y las de Celestino a las de otro antes…
Tal vez debería referirme a tus primeros trabajos en el periódico Girón, pero apuesto a que guardas con celo los recortes, a tus historias sobre coberturas en el sector de la salud, en la página de cultura, o a las noches en que Frank David se durmió en un palco del Teatro Sauto y tu abuela queriendo hablar con el encargado para saber por qué trabajabas tanto.

No conocí a esa Maritza, de haber compartido generación con certeza hubiese querido ser tu amiga. Cuando llegué a Radio 26,  entrabas en los sesenta y para ese entonces ya no eras esa muchacha delgada, sino un ‘sorromoyo’, como tú  dices; sin embargo, todavía conservabas intacto el mismo deseo febril de cambiar las cosas, de disentir, de pedir la palabra y defenderla. Dulce, pero indócil.
Yo era una recién graduada que apenas sabía trotar en el teclado, con las palabras en latas de almíbar, con frasecitas hechas e incorrectas de ‘presentes en el acto’,  con el salero de las comas y el cuño de las comillas regadas por el texto; en gran medida, mis primeras líneas realmente son tuyas.
Cincel por aquí, punto por allá, cambia este final porque no cae el ancla y los párrafos terminan de nacer en tus manos. Seguramente a estos que escribo para ti, le encontrarás el error más tarde, siempre se escapa y además, nunca he dejado de aprender contigo.
Tuve la suerte de arrimarme al árbol con una de las mejores sombras para cobijarse y en varios momentos, me salvó  la campana. Mari es una piedra en el zapato de algunos, pero  una piedra que no deja caminar solo a lo que no puede permitírsele que avance.
Pudo quedarse como una tecla trabada en la máquina de escribir, sin embargo, es editora y jefa de la página web de Radio 26, se empecina en saber, vuelve loco a Fidelito o viceversa y sigue escribiendo, no como antes, mejor.
Aunque diametralmente lejanas en el contexto, sabes que compartimos la pasión, la resolución para tomar partido siempre y la distancia de lo tibio, por eso de que “no hay mayor tormento que escribir contra el alma o sin ella”, según Martí o por aquello que escribió Albert Camus: “la virtud del hombre consiste en mantenerse enfrente de lo que niega”.
Ojalá sepan aprovecharte los nuevos y los que están, ojalá nadie tuviese la vanidad de creer que su trabajo no necesita un vistazo tuyo, ojalá otros aprendices te toquen la puerta porque le haces mucho bien al Periodismo matancero.
Sabes que hablo desde la gratitud, la de aquellos que te conocen y te aprecian, y por los que te tienen, pero sobre todo hablo por dos de tus últimas discípulas, ya ves, tan inconformes como tú.  Gracias por cada Backspace sobre mis documentos Word, por las correcciones en la palabra y en los actos. Gracias, porque yo también espantada de todo, me he refugiado en ti.

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