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jueves, 30 de mayo de 2013

La ocupación de perpetuar planes, informes y reuniones

Mirando desde adentro la dinámica de nuestra sociedad, al menos en el sector estatal, he llegado a pensar que hay personas cuya única ocupación es perpetuar el ciclo interminable de los planes, los informes y las reuniones.

Y no es que planes, informes y reuniones no sean eficaces en los procesos de dirección y en la propia comunicación, pero hay que tener cuidado, porque si se abusa de ellos, entorpecen.

En primer lugar porque si bien el proceso de planificación es útil, lo deja de ser cuando se convierte en un mecanismo burocrático, en papeles llenos de tareas incumplibles, cuya realización nadie verifica.

Algo parecido sucede con los informes. Algunos de nuestros dirigentes han olvidado esa manera sencilla de constatar las verdades que es llegar a la base y piden informes sobre todas las cosas; informes más llenos de números que de análisis; más llenos de mentiras que de verdades.

Informes que además a veces nadie lee, llenos de un lenguaje frío, incapaces de transmitir la realidad.

En el ciclo interminable reinan las reuniones, esos encuentros donde se pueden hallar a cualquier hora a las personas que debían estar dirigiendo sus empresas, sus entidades y enrumbándolas hacia el camino correcto.

Reuniones a veces bien organizadas, con buen espíritu, pero reuniones al fin que no resuelven nada, donde se toman acuerdos que a veces ni se cumplen ni se controlan; que restan tiempo y no dejan trabajar.

En el proceso de perfeccionamiento de nuestra sociedad habrá que pensar en eliminar puestos de gente cuya ocupación sea solo exigir planes, informes y convocar a reuniones; porque son un lastre a la productividad y un freno al desarrollo.

Habrá que eliminar de los procesos de dirección la planificación inoperante, el informismo y el reunionismo; y ser más creativos en los procesos de comunicación dentro de las organizaciones y hasta el nivel de los gobiernos municipales y provinciales.  

Es preciso entender que los problemas de la economía, de la sociedad y de la vida en general no se resuelven haciendo planes perfectos llenos de sueños irrealizables, informes triunfalistas o llenando la agenda de reuniones.

La sociedad mejora solo si los hombres y sus dirigentes trabajan juntos, si usan los planes, los informes y las reuniones como medios para lograr un fin y no como el fin mismo.

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