Ojalá encuentren aquí un pedazo de Cuba, de su alma y de su gente... un poco de Matanzas, y un poco de mí

martes, 28 de enero de 2014

CELAC: el sueño hecho realidad de Martí

Mientras iban arribando los presidentes de Latinoamérica y el Caribe a La Habana no podía dejar de pensar en Martí. ¿Qué pensaría el más universal de los cubanos si pudiera ser testigo de este momento sin precedentes en la historia latinoamericana?

¿Qué diría si pudiera estar presente mientras llegan a la ciudad que lo vio nacer, a la Patria por cuya libertad dio su vida, los jefes de estado o gobierno de los países que componen la América Nuestra?

¿Qué pensaría Martí de esta organización que une a las naciones hermanas que se extienden desde el Río Bravo a la Patagonia?

Precisamente cuando el Héroe Nacional de Cuba cumple 161 años, este 28 de enero de 2014, inicia en La Habana la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), una organización que fue también su sueño.

Y digo también porque ha sido el sueño de muchos otros hombres, como Bolívar y San Martín y más acá Fidel, Chávez y otros líderes actuales de Latinoamérica.

Pero si pudiera ser testigo de este hito, José Julián Martí Pérez sería sin dudas el hombre más feliz de la tierra.

La Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA) era ya un regalo grande para Martí. Países progresistas unidos, en una organización de hermanos que se ayudan, que vienen a dar y no a quitar, que comparten sobre la base de la reciprocidad. El ALBA contra el Tratado de Libre Comercio para las Américas (ALCA), como un nuevo amanecer en América.

Pero la CELAC es un sueño más ambicioso. Es el verdadero sueño integrador, por encima en propósitos de unidad de otras organizaciones subregionales más pequeñas que le anteceden como UNASUR o el CARICOM.

Juntas las naciones para eliminar la pobreza, el hambre y la desnutrición. Juntas para defender la soberanía latinoamericana y caribeña, para defender los recursos naturales, para trabajar por elevar el nivel de vida de sus pueblos.

“La América ha de andar unida como la plata en las raíces de los Andes”, es la sentencia que me viene a la mente cuando pienso en la CELAC. O aquello que escribió el maestro en el Informe ante la Comisión Monetaria Internacional Americana en 1891: “La América ha de promover todo lo que acerque a los pueblos, y abominar todo lo que los aparte”.

Cada palabra suya sobre Nuestra América parece encajar en esta CELAC actual. Y cuando escucho que las naciones unidas propondrán la integración a esta organización de la hermana república de Puerto Rico, me viene a la mente otra frase martiana: “Mientras haya en América una nación esclava, la libertad de todas las demás corre peligro”.

O esa otra sentencia lapidaria que sigue siendo cierta a más de cien años: “si quiere libertad nuestra América, ayude a hacer libres a Cuba y a Puerto Rico”.

Hay otra que parece un retrato de lo que está pasando hoy en La Habana: “Hoy se habla en América la lengua concreta donde encaja la idea como el acero en el tahalí, y el pensamiento criollo impera y resplandece”.

Esta cumbre de la CELAC en La Habana es el mejor regalo para Martí en su cumpleaños, es un sueño hecho realidad. Es el mejor momento de América en toda su historia; es la América mirando en la misma dirección, poniendo las diferencias a un lado para ser fuertes, porque en la unidad está la fuerza.

Pero debe volver siempre la CELAC y todo lo que en América se haga por la unidad a revisar a Martí. Sus alertas parecen hechas ayer: “El desdén del vecino formidable, que no la conoce, es el peligro mayor de nuestra América; y urge, porque el día de la visita está próximo, que el vecino la conozca, y la conozca pronto, para que no la desdeñe. Por ignorancia llegaría, tal vez, a poner en ella la codicia. Por el respeto, luego que la conociese, sacaría de ella las manos”.

Ya puso la codicia por mucho tiempo, ahora solo falta que el vecino, por el respeto que gana Nuestra América, saque las garras de ella. La CELAC es una señal enorme de respeto, que ojalá sepa interpretar esa nación enorme a la que Martí también amó, por el bien de la América entera.

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